La erosión regresiva del río Coca es un fenómeno natural que no tiene relación con los problemas que atraviesa la central Coca Codo Sinclair. Es decir, lo uno no es consecuencia de lo otro, ni viceversa.

Hace miles de años, el volcán Reventador arrojó flujos piroclásticos sobre el río Coca, sedimentó su cauce y formó un tapón de 150 metros, más alto que el edificio The Point. Entonces el río quedó represado, redujo su pendiente y formó una cascada en el sitio hoy conocido como San Rafael. Las cascadas pueden durar millones de años, pero la nuestra quedó mal cimentada, poco a poco socavó sus laderas y en febrero del 2020 desapareció. En seguida el río comenzó a recuperar su pendiente original, aumentó su velocidad e inició un proceso de erosión regresiva único en el mundo. En poco tiempo desbancó inmensos taludes de ceniza volcánica y arrastró los sedimentos que depositó por miles de años. La buena noticia es que la erosión sigue detenida cerca del río Malo, a 9 kilómetros de la captación, a pesar de que hace pocos días el río subió sus caudales a niveles extraordinarios. Sin embargo, hay quienes creen que la destrucción de la captación es inminente y por eso están apresurados en construir un sistema de pantallas sobre el río Coca para mitigar la erosión. En el supuesto de que avance hasta la captación, ¿qué garantías ofrece este sistema si los mismos técnicos de la comisión ejecutora del Gobierno dudan de su funcionamiento? ¿Por qué no esperan las recomendaciones del cuerpo de ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, que va a desarrollar modelos hidráulicos a escala en laboratorio, más verdaderos que los modelos digitales? Conozco su desempeño porque trabajé como consultor en la Base de Manta diseñando las mezclas de concreto, antes de asumir la construcción de los pavimentos. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón