La doctrina Betancourt, posición que adoptó Venezuela cuando su presidente fue Rómulo Betancourt, trataba de que ningún Estado reconocería a otro que tomara el poder por un golpe de Estado violando la Constitución.

Me pregunto: ahora Venezuela con Maduro en el poder ¿podrá hacer un recordatorio de esta doctrina y dejar de ejercer para que existan elecciones libres democráticas con la presencia de autoridades neutrales internacionales observadoras y acabar con las migraciones lastimeras de venezolanos, a las cuales el Ecuador debe dar muchos asilos (responsabilizarse) y acabar tanta miseria?

Por otra parte, en Nicaragua, Daniel Ortega ya quiere un cuarto poder, sin terciar con otros candidatos.

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Estos políticos advenedizos deben saber que tienen la enfermedad del poder y deben recibir tratamientos psiquiátricos. Pero ¿quiénes serían los médicos?, pues el mismo pueblo, que con su rechazo detectaría un serio síndrome paranoico de estos enfermos del poder. (O)

Héctor Cisneros Arias, doctor en Filosofía, Guayaquil