El aroma del apetecido cítrico maduro se percibe al llegar y admirar los campos cubiertos de ciruelos en la comuna Juntas del Pacífico de la parroquia Simón Bolívar (Julio Moreno), donde la gente vive en torno a la cosecha de dicha fruta en estos días de octubre, esperando sacar la mayor cantidad de cajas de ciruelas para superar la producción del año anterior.

Las plantas de ciruelas son de un aspecto frío y reseco que se asemejan a tallarines de color cenizos, carentes de hojas, solo tienen ramas mostrando la mayor cantidad de frutas asediadas por aves, chivos y ardillas. Para la cosecha se contratan cuadrillas de hombres forasteros o nativos que conocen cómo trabajar sin estropearlas; hábiles trepadores de los árboles, con alforja en hombros, sacan las frutas y recorren hectáreas de terrenos. Las mujeres mayores son hábiles, sin trepar las plantas, solo utilizan una larga vara arqueada en su punta, jalando con rapidez el producto que hacen caer en sus mandiles sujetados en la cintura. Otras más jóvenes trepan los árboles sin miedo a caerse. La fruta son embaladas en rústicas cajas de madera revestida de pajas, sujetadas con sogas, y trasladadas a los mercados.

Cosechar ciruelas en Juntas del Pacífico es fiesta popular. La fruta tiene valor nutricional, en el mercado escasea pronto. “¡Ciruelas..., veinte por un dólar!”, gritan los vendedores en la calle. Fruta que no puede faltar para adornar la mesa del día de los muertos, como símbolo del suelo agrícola y fruto propio peninsular. Para la preparación de la colada morada, la ciruela da un toque especial, es parte de la identidad, en noviembre la cocinan, por los difuntos, y se realiza la Feria de la ciruela el 3 y 4 de noviembre donde campesinos exponen lo mejor de la cosecha y los derivados que se pueden obtener: vino, cocteles, jugos, mermeladas, tortas, etc.; y la elección de la Reina de la ciruela. (O)

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Romina Pinto, Santa Elena