La creciente inseguridad en las calles de nuestra ciudad ya no es una percepción: es una realidad que vivimos todos los días. Salir de casa se ha vuelto un acto de valentía, especialmente para quienes caminamos o usamos el transporte público para estudiar o trabajar.

Es alarmante cómo la delincuencia ha ganado terreno en barrios, parques y zonas comerciales. Los asaltos a plena luz del día, el robo de celulares y carteras e incluso los ataques violentos se han vuelto casi “normales”, y eso es lo más preocupante: estamos comenzando a acostumbrarnos al miedo.

Como ciudadana joven y estudiante, me niego a aceptar que este sea nuestro destino. Las autoridades no pueden seguir respondiendo con excusas o soluciones a medias. Hace falta más patrullaje, iluminación en las calles, control de armas y, sobre todo, una estrategia real de prevención que involucre a la comunidad.

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Insto a los medios a seguir visibilizando estos casos, a los municipios a actuar con firmeza y a la ciudadanía a no callar. Recuperar la tranquilidad en nuestras calles es posible, pero solo si lo exigimos con firmeza y unidad. (O)

Karla Morán, Guayaquil