En los albores de este nuevo año 2024 retumba y se repite, probablemente durante la siguiente semana, la tradicional y famosa expresión “¡feliz año!”.
Para algunas personas no será más que la prosaica exclamación emocionalista que dicen cada fin y comienzo de año. Mientras que para otros, seguramente, es una expresión deseando realmente que este nuevo año sea, tanto para amigos, como para familiares, una nueva etapa y que esta sea mucho mejor que la que ha transcurrido en el año pasado.
Considero que todos hacemos balances al final del año. Sin embargo, el balance más importante no es tanto el económico, o el financiero en las empresas, sino el balance moral, espiritual y emocional de cada persona. En este balance se suma y resta lo que ha sucedido en el año fenecido donde habrá diversidad de resultados.
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Con eso habremos dado el más importante de los pasos para alcanzar la mejoría general...
Mientras que algunos estarán satisfechos con lo alcanzado en el año transcurrido; otros se sentirán frustrados e incluso, tal vez, tristes; otros, probablemente conformes y esperanzados; y habrá un grupo expectante de una mejoría sustancial para el tiempo que se viene.
Claro está, que las circunstancias que rodean el devenir de los días no es tan halagüeño que digamos. Pero, no hay que olvidar que la vida es un constante desafío. El desafío también es lograr ser mejores para los que nos rodean.
No es una tarea fácil ser mejores, ya que ser mejores implica una práctica disciplinada y constante. En este nuevo año debemos esmerarnos en la mejoría propia y personal, sin ocuparnos de la mejoría de los demás. Con eso habremos dado el más importante de los pasos para alcanzar la mejoría general: mejores individuos; mejores familias; mejor vecindad; mejor ciudadanía; mejor sociedad; un mejor país para un mejor futuro de la humanidad. (O)
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Enrique Álvarez Jara, periodista jubilado, Guayaquil