“La locura es repetir los mismos errores y esperar resultados diferentes”, así ora una frase atribuida a Einstein, pero él no la dijo. Esta frase expresa nuestra realidad como país (Ecuador) y región (Latinoamérica); esa realidad que nos acompleja y degrada lentamente la salud y nuestra libertad posible; obstruye nuestros sueños, derechos; una realidad que con el paso del tiempo se hace más notable, incómoda, que llegará al punto en que no tengamos más opción que reaccionar; pero hasta que ese momento llegue seguirá produciendo más problemas, más muertes.

Esa realidad es que Ecuador y esta región pareciera que no funcionan desde las independencias, ya que seguimos como hace más de 200 años. Desde los nacimientos de nuestras repúblicas, los Gobiernos no han hecho más que llenarnos de cuentos y politiquería, vendernos al mejor postor extranjero, mantenernos obedientes a sus intereses, que no son los del pueblo, y nos mantienen con lutos diarios (de gobernabilidad, seguridad, salud, economía, educación...). En elección tras elección de políticos hacemos honor a la frase del inicio, a sabiendas de que estos van a ser un fracaso aunque se posesionen, decoren el país con carreteras, hospitales, escuelas; armas para el Ejército (que después usarán contra ti). Vamos a terminar delinquidos por quienes asaltan en la calle y por los de cuello blanco. Con ingenua esperanza nos acercamos a votar (20 de agosto), o solo por el certificado de votación. Si seguimos así –sin analizar el voto– nos conducimos a la perdición. Es la hora de alinearnos con valores éticos, información; no vengan a imponernos influencias de afuera; inspirémonos en nuestras raíces; no haga falta migrar para conseguir condiciones de mejor vida; es momento de exigir cambio de rumbo en el combate a la corrupción. (O)

Anthony Steven Ramia Mantilla, 21 años, estudiante de Economía, Quito