Nace una esperanza, una fe en el actuar del próximo presidente entrante, en expresar su deseo, voluntad, por servir al país. Por cierto, es positivo. Nace de su interior, de su yo. Puede ser que así sea. Lo considero una persona factible de poder hacer algo por el país, cuando Dios le ha otorgado riqueza, familia, etc., y no necesitaría llenarse los bolsillos mediante actos ilícitos, de corrupción, en la obtención de poderes del Estado a su favor.

Quedó atrás el manipuleo del sistema informático, la falta de transparencia del CNE, el maltrato a mujeres y hombres por el bufón ególatra disfrazado de sabio; el fin a las mentiras del millón de empleos, millón de casas, pago de la compensación jubilar a los docentes. Todo quedó en la burla y en la nada. Sí, nace la esperanza a beneficio de los ecuatorianos. El Señor cuide nuestra patria. (O)

Julia Magdalena Vergara Acosta, doctora en Educación, abogada, Guayaquil