En épocas de sequía, muchos piensan que “bombardear nubes” podría ser una solución para generar lluvia. Sin embargo, no existe evidencia física ni estadística concluyente que confirmen la efectividad de este método. En casos específicos, como en valles pequeños con condiciones muy particulares –temperaturas constantes, baja presión, alta humedad y poco viento–, la técnica puede tener algún efecto. No obstante, estas variables son extremadamente difíciles de controlar, lo que hace que el bombardeo de nubes sea más una esperanza que una solución factible.

Otro método controversial son los cañones antigranizo, dispositivos que producen explosiones de acetileno y aire para generar ondas de choque que, supuestamente, alteran la estructura del granizo en formación, convirtiéndolo en lluvia o granizo menos dañino. Pero estos dispositivos carecen de respaldo científico sólido y generan contaminación acústica significativa.

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Manejo del riego en tiempos de sequía

El Tomebamba, sin agua

A pesar de su popularidad en países donde los agricultores desesperados por proteger sus cultivos buscan cualquier alternativa que les brinde una esperanza, los estudios realizados desde el siglo XX hasta hoy indican que las ondas sónicas no alteran de manera efectiva el proceso de formación del granizo.

En 2010, la Organización Meteorológica Mundial señaló que la energía involucrada en los sistemas meteorológicos es tan elevada que, hasta ahora, crear nubes de lluvia o suprimir tormentas de forma artificial es imposible. Por ejemplo, la energía de una tormenta es comparable con la de una gran planta hidroeléctrica, como la Coca Codo Sinclair, algo inalcanzable con cañones antigranizo o bombardeos de nubes.

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Aunque modificar el clima es una idea tentadora, la ciencia no cuenta con herramientas efectivas para realizarlo. La adaptación y prevención siguen siendo las estrategias más viables. (O)

Gustavo Eduardo Salgado Enríquez, Latacunga