En todas las competiciones deportivas a nivel nacional como internacional, los atletas de forma individual o grupal muchas veces al salir triunfadores, y como representantes de sus países, escuchan y algunos traslucen su emoción cantando su himno cuando el lábaro patrio se eleva del mástil.

Constituye responsabilidad ineludible que los directivos de las instituciones deportivas nacionales, en competencias internacionales –principalmente – se muestren diligentes para que los organizadores de los eventos, en especial del fútbol, de mayor concurrencia, o sin asistencia por la pandemia de coronavirus, lleven consigo, en sus equipajes, un pendrive o grabación con el himno nacional del Ecuador profesionalmente grabado. Da grima ver cómo los deportistas seleccionados de fútbol, especialmente, incluyendo los nacionalizados que ya son muchos, cuando cantan cada uno va por su lado sin intentar acoplarse a la letra y música del himno nacional del Ecuador, otros permanecen callados sin importarles el acto solemne del que son parte en los escenarios deportivos, antes de la competencia.

A los seleccionados en todas las disciplinas deportivas, antes que vayan a competir, se les debe enseñar a cantar correctamente por lo menos el coro y la segunda estrofa del himno nacional; los hagan practicar con la ayuda de un profesor de música, para no dar el bochornoso espectáculo –que ya se ha dado– alejados del civismo que debe imperar en todo ecuatoriano, o nacionalizado; como ejemplo para los niños y jóvenes del presente y del futuro. Quizá a muchos nos les interesa y, por uno u otro motivo, no les importa ganar o perder, si no les inculcaron el honor que representa defender a su país en las competencias internacionales. El himno nacional como la bandera y el escudo del Ecuador tienen cualidades de símbolo patrio. (O)

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José Francisco Medina Manrique, licenciado en Comunicación, Guayaquil