Ya casi en la recta final para elegir al nuevo presidente del Ecuador que reemplazará a Guillermo Lasso. Hay que analizar muy bien a los dos finalistas, en su vida personal y pública, sus aciertos, virtudes y también sus defectos; lo que proponen y ofrecen, si es viable lo que prometen o solo son ofertas de campaña y cuál es su filosofía de vida.

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Cada persona responde por sus actos, no los de sus padres, porque los hijos no escogemos a nuestros progenitores. Lamentablemente muchos hijos, sin tener culpa, cargan con los errores de sus padres, es un “estigma” que los persigue siempre. No siempre de padres buenos salen hijos buenos, hay muchas circunstancias que hacen que no sea así, y viceversa.

Hay hijos que han nacido en cuna de oro, pero no han logrado triunfar en la vida, a pesar de tener todo lo necesario, y también hay hijos que nacieron en la escasez y tienen éxito en la vida. ¿A qué se debe? Pues a la voluntad de cada uno; a saber aprovechar las buenas oportunidades; a decidirse a ir escalando, poco a poco, la dura cuesta, sin atropellar ni mancillar a nadie y tratando siempre de hacer el bien sin mirar a quien. Aplicando muy bien la resiliencia.

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Otro punto que quiero resaltar es que en nuestro juicio final iremos solos. No vamos a rendir cuentas de nuestros actos acompañados de padres, abogados, amigos, sacerdotes; no, es nuestro examen final del que saldremos victoriosos o derrotados, pero esto depende de cada uno de nosotros.

Con estas reflexiones solo deseo que se fijen en los candidatos, no en sus padres, y ojalá logren una buena elección para que ayudemos con nuestro voto a labrar un mejor porvenir para nuestros hijos y nietos. Un porvenir que sea un remanso de libertad, de paz, de amor, libre de miedos y opresión, que por supuesto tendrá piedras en el camino y mucho sacrificio. (O)

Elvira Gabriela Morla Larrea, abogada, Guayaquil