Desde hace años nuestro país ha venido escuchando múltiples manifestaciones a favor o en contra del extractivismo, los unos, que defienden una opción de desarrollo a través de la obtención de recursos económicos productos de la explotación de los recursos naturales, y los otros, que defienden la obtención de recursos a través de mecanismos sostenibles y amigables con el medioambiente. Más allá de entrar a analizar ambos sistemas de desarrollo, considero más apropiado, al menos de manera inicial, el porqué se da en nuestro país esta diferencia de criterios que sin lugar a dudas frena la posibilidad de nuestro desarrollo.

Amazonía: derechos en deuda

En general el aprovechamiento de los recursos naturales ha tenido a lo largo de los años una serie de detractores cobijados en las denominadas ONG, muchas de ellas nacidas en los países desarrollados, que han logrado obtener, precisamente su desarrollo, entre otros, al aprovechar el 100 % de sus recursos naturales disponibles y en muchos aspectos sin lugar a dudas también maltrataron la naturaleza. Es decir, pareciera que tienen razón al oponerse al extractivismo en todas sus manifestaciones. Sin embargo, estoy convencido de que debe haber un punto común que concilie las posiciones cuyo reconocimiento se logra sentándose a discutir los pro y los contra de las posiciones.

Es de actualidad en nuestro país la discusión sobre el proyecto minero Loma Larga en Quimsacocha que en su momento recibió por un lado la aprobación del Gobierno central que lo consideró prioritario y, por otro lado, el rechazo de las organizaciones sociales y ambientales de la provincia del Azuay por el impacto que tendría en el agua y los páramos, cuyo concepto es difícil de contradecir. Sin embargo, a nivel general solo se conocen dos posiciones extremas y nada sobre las características de la explotación y menos de su impacto sobre el recurso hídrico que se defiende, en donde se destaca el riesgo de contaminación por las sustancias tóxicas para el ser humano que se liberan por la explotación minera, lo cual ciertamente es el principal problema a discutir o analizar.

Publicidad

No a la violencia

Al margen de las posiciones perfectamente definidas, lo lamentable es que en el marco de una discusión técnica que posibilite la viabilidad del proyecto, se nota muy claramente la injerencia política que trata de pescar a río revuelto sin importarle en lo más mínimo el desarrollo del país. Es de esperar que las posiciones en conflicto resuelvan sus diferencias en mesas de trabajo que privilegien un esquema de desarrollo basados en una necesaria minimización de efectos adversos que parecen prácticos de implementar a la luz del adelanto tecnológico. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil