Los principales problemas que afronta el país son la educación, la crisis económica, la inseguridad y la salud, entre otros de larga data que se resuelven con el pasar del tiempo. Por tanto, me voy a referir a ellos desde mi particular punto de vista como ciudadano preocupado y alejado de posturas políticas que, en la mayoría de los casos, restan en lugar de sumar, lo cual resulta negativo en el contexto general de la problemática.
Sin duda alguna, la educación en todos los niveles constituye el pilar fundamental de la sociedad, para lo cual se requiere plantear políticas de Estado que desvinculen el pensamiento del administrador de turno y se privilegie la búsqueda de una formación integral del ser humano para tener ciudadanos capaces que aprendan a conocer, a hacer y a ser útiles a la sociedad; el resto viene por añadidura.
La inseguridad en nuestro país está marcada por el incremento significativo de la violencia impulsada por el narcotráfico transnacional, que se aprovecha de factores socioeconómicos como la pobreza y el desempleo, y en ciertos aspectos con el contubernio del Estado, que no afronta la realidad con la rudeza que se requiere al no tener un marco legal que privilegie los derechos de los ciudadanos de bien. En este contexto, considero que el Estado ecuatoriano, a través de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, está desempeñando un extraordinario papel que la mayoría de la población lo valora, lo respeta y lo resalta.
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Sobre la economía actual, no se requiere ser un conocedor profundo de teoría económica para darse cuenta de que estamos en un proceso importante de crecimiento, no porque el Gobierno lo está diciendo, sino por el incremento de las exportaciones no petroleras, de las ventas locales y la reactivación de la construcción de complejos inmobiliarios para distintos estratos de la población que se constituyen en los grandes generadores de empleo. Sin embargo, aún falta mucho para salir de la crisis.
La salud: a diario escuchamos a través de los medios de comunicación la corrupción que existe en el interior de la gran mayoría de los centros hospitalarios, que son una especie de saco roto por donde se filtran las medicinas para ser comercializadas en las calles, donde se dañan a cada rato los equipos para propiciar otro tipo de atención, etc., perjudicando a la población, que reclama con mucha razón al Estado. De momento, se ha hecho cargo de la salud la vicepresidenta de la República, cuya decisión se aplaude; sin embargo, han salido voces de diferentes sectores políticos criticando su capacidad profesional al tener una profesión distinta a la salud. ¿Acaso los exresponsables no han sido personas ligadas a la salud?, y ya vemos los resultados; es decir, lo que se requiere es un buen administrador que, con mucha visión, sacrificio, responsabilidad y honradez, logre desbaratar las mafias internas y arreglar el problema.
Considero que más allá de los criterios políticos, que, sin temor a equivocarme, resultan siempre los más nefastos, el país requiere aunar esfuerzos conjuntos para salir de esta crisis. (O)
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Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil

















