Cuando dejamos de esperar que otros nos rescaten, recuperamos la parte más valiosa de nuestra libertad: la capacidad de actuar sobre lo que sí depende de nosotros.
En distintos momentos de la vida, todos hemos sentido la tentación de pensar que las cosas mejorarían si alguien más hiciera lo correcto. Pero mientras esa expectativa se mantenga como eje de nuestras decisiones, corremos el riesgo de quedar anclados en la espera de un cambio que nunca llega.
Pensamientos y reflexiones que contribuyen a la salud mental
Pedir ayuda no es debilidad; es parte de la inteligencia emocional. Lo que se vuelve un obstáculo es creer que el apoyo externo reemplaza la responsabilidad personal. Hay momentos en que el entorno influye y limita, sin duda. Sin embargo, en cada situación adversa hay también un espacio donde aún podemos decidir, aprender o actuar. Ese es el espacio de la libertad interior: el punto desde donde empieza todo cambio sostenible.
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No se trata de negar la frustración ni de romantizar la independencia. Soltar la expectativa de que otros resuelvan lo que nos corresponde no es frialdad: es madurez. Significa entender que, aunque las circunstancias pesen, insistir en atribuir la culpa al destino solo posterga el aprendizaje que la situación intenta mostrarnos.
Ecuador, una nueva oportunidad
Hay proyectos, relaciones o decisiones que no resultan, incluso cuando dimos lo mejor de nosotros. Y aceptar eso duele. Pero más dañina que la decepción es la obstinación de seguir empujando algo que perdió sentido, solo por no reconocer que llegó el momento de dejarlo ir. Soltar no es fracasar; es liberar la energía que necesitamos para construir algo distinto, desde una conciencia más clara.
La ayuda tiene un valor inmenso cuando acompaña, no cuando sustituye. Los verdaderos apoyos son los que refuerzan lo que ya hemos decidido hacer, no los que intentan reconstruir por nosotros lo que no supimos sostener. Depender menos no significa vivir aislados. Significa entender que ningún salvavidas externo puede reemplazar el ejercicio de sostener nuestro propio rumbo.
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El progreso personal requiere que cada uno asuma el timón de su propia vida. (O)
Álex Torres Espinoza, director de operaciones, Guayaquil


















