Los ciudadanos hemos visto estupefactos cómo la delincuencia común ha trascendido a organizaciones criminales bien estructuradas, que a través de sus máximos líderes y desde las prisiones ‘más seguras’ imparten órdenes dentro de todo el país.

Las últimas semanas vimos, al menos en la ciudad de Guayaquil, más allá de los robos, extorsiones, asesinatos a los que ya estamos malacostumbrados, que se sumaron más secuestros, atentados e incluso coches bomba. Quizá para algunos sea novedad saber que en el Centro de Privación de Libertad N.º 3, denominado La Roca, están recluidos tan solo 27 presos; lo más sorprendente es que tengan capacidad organizacional para impartir directrices desde la prisión y que los distintos miembros de las bandas operen con sincronía y organización. La sorpresa es superlativa. El Poder Ejecutivo posee más de 30 carteras de Estado que trabajan desde cómodas oficinas con empleados; sin embargo, tenemos un Estado descalabrado no solo en temas de seguridad, sino en salud, educación, seguridad social, vialidad, etc. Parecería que los privados de libertad tienen mayor capacidad ejecutiva que los ministros de Estado. Es hora de repensar en el tamaño del obeso e inoperante Estado, en mejorar las medidas dentro de las cárceles, que no solo garanticen el cumplimiento de penas, sino que a través de políticas integrales se ofrezca un modelo de reinserción a los privados de la libertad. (O)

Álvaro Eduardo Suárez Delgado, abogado, Guayaquil