La propina, hoy parte del día a día en restaurantes, hoteles y cafeterías, tiene una historia que refleja la transformación de las relaciones humanas y el valor del reconocimiento al servicio.
Su origen se remonta a la Europa medieval, cuando los nobles ofrecían monedas a criados o músicos como muestra de gratitud. Con el paso del tiempo, ese acto espontáneo se convirtió en una costumbre social arraigada en distintos lugares del mundo. El vocablo ‘propina’ proviene del latín propinare, que significa “ofrecer o brindar”. En la Inglaterra del siglo XVII, los clientes dejaban unas monedas “to insure promptness” (para asegurar prontitud), frase que dio origen al conocido acrónimo ‘TIP’.
En Francia, símbolo de la elegancia europea, la propina se incorporó como parte del protocolo social, desde donde se difundió hacia América durante el siglo XIX, adaptándose a las costumbres locales. En el continente americano, la práctica fue adoptada en hoteles, fondas y cafés como una muestra de aprecio hacia quienes atendían al público.
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Sin embargo, con el tiempo también generó debate: ¿es una muestra de generosidad o una forma de compensar salarios insuficientes? En países como Estados Unidos, la propina constituye una parte esencial del ingreso de los trabajadores del sector servicios, mientras que en Latinoamérica suele conservar su carácter voluntario.
En Ecuador, esta costumbre está regulada: la ley establece que en los establecimientos de comida se incluya una propina del 10 % sobre el consumo total, destinada al personal que brinda la atención. Aun así, para muchos ecuatorianos, dejar propina sigue siendo un gesto de agradecimiento y reconocimiento personal. Más allá de la cantidad, la propina encierra un significado humano: reconocer el esfuerzo, la amabilidad y la dedicación de quien sirve. Es un recordatorio de que, en medio de la rutina, los pequeños gestos mantienen viva la empatía y el respeto por el trabajo ajeno. Así, la propina no solo tiene historia, sino también alma: la del agradecimiento que trasciende las épocas y culturas. (O)
Elio Roberto Ortega Icaza, mediador y abogado criminalista, El Coca