Hace poco el presidente otorgó aumento de sueldos a un sector de trabajadores públicos, sin reparar en el brutal déficit fiscal de más del 20% de su presupuesto. Contempla aumento a 2,5 salarios básicos, el más bajo de uno de los funcionarios; por un lado contenta a pocos beneficiados, mientras alrededor de 10 millones de ecuatorianos se debaten entre informalidad, desempleo y pobreza.
Supuestamente en 14 años de Gobierno AP, se elevaba el SBU para igualar los sueldos de los trabajadores de ingresos más bajos, no obstante dicha mentira terminó en definir más claramente la superioridad del funcionario público con un sueldo mucho más alto, con menor carga de trabajo frente al ciudadano común, el cual recibe servicios públicos deficientes de salud, seguridad, educación; mientras está sometido a tasas e impuestos dignos del primer mundo. Asimismo las multas por contravenciones están en SBU, sanciones penales también. Por más de que digan que estamos en una onda deflacionaria, no se nota más que en los bienes y servicios deprimidos por la pandemia. Incluso estos tienen un descenso que apenas se ve. Ya subió el precio del transporte, pan, aceite, energía eléctrica (a pesar de las hidroeléctricas mal construidas). La vida no alcanza. Los centros educativos no bajan de precio, la salud privada está por los cielos. El Estado es creador de desigualdad en este pobre país. (O)
Roberto Francisco Castro Vizueta, abogado, Guayaquil