El miedo es un sentimiento angustioso del ánimo cuando enfrentamos un daño que puede ser real o imaginario. Es de indudable valor para enfrentar las vicisitudes de la vida, ya que permite al ser humano tomar el camino del enfrentamiento o de la huida.
El miedo aparece cuando no sabemos cómo combatir la amenaza que se cierne sobre nosotros. Dicen los sabios que el miedo nació cuando los padres de la humanidad se escondieron de Dios tras haber cometido el primer pecado de la desobediencia. Desde entonces, el miedo habita dentro del ser humano y aparece cada vez que una amenaza pone en peligro su vida. Vivimos en una sociedad en la que el miedo ocupa un importantísimo lugar en el quehacer diario. La lista de eventos generadores de miedo es interminable: un terremoto, una inundación, una quiebra bancaria, una bala perdida, la pérdida de empleo, una enfermedad, un robo, la muerte, etc. La Biblia insta a no temer. El salmo 23:4 nos conforta cuando dice: “… no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo...”. Sin embargo, hay que recalcar que el temor de Dios es imprescindible, pues constituye el principio de la sabiduría. Así, aprenderemos a no temer porque confiamos en Dios protector. Debemos estar dispuestos a perderlo todo, con tal de ganar la vida eterna. (O)
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Gustavo Vela Ycaza, doctor en Medicina, Quito