Los clústeres productivos son concentraciones geográficas de empresas, academia y entidades gubernamentales interconectadas en un mismo sector. Han demostrado ser motores clave de competitividad, innovación y empleo. Popularizados por Michael Porter en su libro The Competitive Advantage of Nations (1990), estos modelos permiten a regiones alcanzar ventajas sostenibles mediante colaboración estratégica.
En América Latina, algunos países ya han capitalizado este enfoque. México, con su clúster automotriz en el Bajío, ha logrado atraer inversión extranjera con incentivos fiscales, logística eficiente y talento técnico. Chile, a través del clúster minero de Antofagasta, ha articulado empresas, universidades y proveedores para impulsar la innovación. Medellín, en Colombia, ha apostado con éxito por el talento digital, respaldado por iniciativas como Ruta N y políticas locales visionarias.
Del talento al negocio sostenible
Estos casos muestran que el éxito se construye con planificación territorial, cooperación multisectorial y liderazgo sostenido. Ecuador, con su diversidad geográfica y riqueza productiva, tiene sectores con alto potencial: agrícola, pesca y acuicultura, turismo ecológico, energías renovables, minería y tecnología.
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El país ya cuenta con condiciones favorables: el Código Orgánico de la Producción (Copci) permite crear zonas especiales de desarrollo económico, y el Plan Nacional de Desarrollo que promueve la transformación productiva y la innovación territorial. Sin embargo, persisten obstáculos como la fragmentación institucional y la coordinación multinivel.
Frente a ello, la propuesta de una estrategia nacional de clústeres productivos representa una oportunidad histórica. Con un enfoque en diagnóstico territorial, gobernanza colaborativa, innovación y facilitación económica, plantea la creación de al menos diez clústeres formales en cinco años. Esta política, si se ejecuta con compromiso, puede generar empleo de calidad, fortalecer encadenamientos productivos y dinamizar las regiones.
Para lograrlo, se requiere voluntad política, liderazgo territorial, financiamiento sostenido y verdadera colaboración entre Gobierno, empresas, academia y sociedad civil. Los clústeres no nacen por decreto: emergen desde el territorio, cuando hay visión compartida y acción coordinada.
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Leyes, compras públicas y corrupción
Hoy, Ecuador tiene la posibilidad de transitar hacia un modelo productivo más inclusivo, competitivo y de colaboración inteligente, que permita al país crecer con equidad, diversificar su economía y fortalecer su presencia en los mercados globales. El momento de actuar es ahora, porque donde hay sinergia, hay futuro. (O)
Jorge Ortiz Merchán, máster en Economía y Políticas Públicas, Durán