El miércoles 9 de julio se cumplió el centenario de la Revolución Juliana, que en realidad no fue una revolución en el sentido y significado del término, sino una sublevación militar apoyada por sectores civiles y la población, que devino en un golpe de Estado. Desde fines del siglo XIX hasta 1924, el liberalismo había manejado el poder político en el Ecuador y Gonzalo Córdova Rivera había sido elegido presidente de la República en ese año para ejercer su cargo hasta 1925.

Ecuador atravesaba tiempos turbulentos propios de los cambios políticos, sociales y económicos de la época en el contexto mundial. Existía una incipiente organización de la clase trabajadora y según cuenta la historia, el Banco Comercial y Agrícola se había constituido en orientador de la política nacional para defender y preservar sus intereses ante cualquier cambio que lo afectase. Los regímenes liberales, llegados al poder en dudosas elecciones, estaban influenciados por los dictados de las políticas bancarias y sus intereses.

La juliana

El movimiento se había iniciado incruentamente en Guayaquil en la tarde de ese día y se extendió a Quito. En la noche, el presidente Córdova dimitió y se formó una Junta Suprema Militar que posteriormente entregó el mando político a una Junta Provisional conformada por civiles y militares, a la que luego se agregaron otros ministros vocales, cuya presidencia ejecutiva era ejercida por todos los vocales, en turnos semanales.

Publicidad

Con buenas intenciones en reformas del ejercicio del poder judicial, como hoy, y en otros aspectos de la vida nacional que requerían cambios, se emitieron abundantes y confusos decretos con los cuales se quería hacer todo de nuevo, se hizo muy difícil el ordenamiento de las leyes.

Una revancha personal

Los cambios fueron muy pocos; escasa labor pudo hacer en seis meses este efímero gobierno, aparte de sus humanos errores y con un cúmulo de reformas de compleja ejecución, dadas las circunstancias, el momento y los problemas del país. A decir de Jorge Salvador Lara (+) en su Breve historia contemporánea del Ecuador, “la revolución del 9 de junio de 1925 fue un movimiento de rechazo a la plutocracia bancaria y al fraude electoral”, significando también el rechazo al monopolio partidista y una apertura generalizada hacia nuevas ideas, algunas de las cuales se ejecutarían en el siguiente gobierno.

Fecha relegada en la memoria nacional. Tal vez el motivo radica en lo que manifiesta el columnista Simón Pachano en el último párrafo de su interesante artículo de opinión alusivo a este evento, titulado “La juliana”, el pasado lunes 7 de julio. (O)

Publicidad

Enrique F. Suárez Salazar, Quito