El cambio climático es la mayor amenaza para la salud global que enfrenta el planeta en pleno siglo XXI, pero también es la mayor oportunidad para redefinir las determinantes sociales y ambientales para la salud.
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En el 2015, varios países se comprometieron a limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C de la temperatura preindustrial, como parte del histórico Acuerdo de París (tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante).
Con el Informe The Lancet Countdown (refleja cómo la crisis climática agrava las crisis humanitarias), anualmente se proporciona una evaluación independiente del progreso hacia los objetivos del Acuerdo de París y representa los hallazgos y el consenso de 51 instituciones académicas líderes y de agencias de la ONU que tienen como objetivo contrarrestar la crisis climática actual. Según el Informe, el aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan al rendimiento de las cosechas, acortando las temporadas de crecimiento de los cultivos; y asimismo las sequías, han afectado el 29 % más de la superficie terrestre mundial. Añade que los fenómenos meteorológicos extremos y las concentraciones de dióxido de carbono ejercerán más presión sobre la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos, especialmente para los sectores vulnerables; ya que el cambio climático socava los pilares de la buena salud y agrava los impactos de la pandemia de COVID–19, y de los conflictos geopolíticos. Aconsejan los estudios que acelerar la transición hacia dietas equilibradas basadas en vegetales, bajará un 55 % las emisiones del sector agrícola procedentes de la producción de carne roja y leche; evitará 11,5 millones de muertes anuales relacionadas con hábitos alimenticios y reducirá el riesgo de enfermedades zoonóticas. (O)
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Vicente Mera Molina, arquitecto, Portoviejo