Ante la magnitud de la crisis energética, lo único que se le ocurre a la Asamblea es exigir soluciones inmediatas, sin detenerse a analizar, con algo de responsabilidad, las múltiples causas que originan la crisis para propiciar, dentro de sus competencias, soluciones de corto, mediano y largo plazo.
La Asamblea no se detiene a analizar la legislación que regula el funcionamiento de las ineficientes empresas públicas relacionadas con la generación, distribución y comercialización de la energía eléctrica; el efecto negativo de los sindicatos en la gestión de las empresas y la necesidad de controlarlas legalmente; la protección de los bosques, páramos, ríos, océanos con una visión global como exigen los problemas del cambio climático. Eso es mucho pedir a la mayoría de asambleístas con opiniones limitadas por su formación o por sus mezquinos intereses políticos, lo más fácil es exigir soluciones sin involucrarse.
El problema de la sequía no se resuelve con exigencias, y por ser un tema que compete a muchos actores nacionales e internacionales requiere la participación de todos. (O)
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Mario Andrade Trujillo, Quito