Ha causado revuelo la idea del presidente electo, Daniel Noboa Azín, de implementar en el Ecuador, las “cárceles flotantes”. Esta idea consiste en adquirir buques para que permanezcan en ellos los delincuentes más avezados, actores de crímenes horrendos; mientras que en las cárceles actuales permanecerán los delincuentes menos peligrosos.
Para mi entender, la idea no es mala y es factible. Sin embargo, el gobierno del presidente electo, Daniel Noboa, requerirá de préstamos del exterior para obtener estos buques flotantes y adaptarlos para los prisioneros, darles alimentación, vestido, medicamentos y establecer un horario de visitas, bastaría un reglamento y no una reforma legal al COIP. Porque en ninguna sentencia indica que tal sentenciado vaya a cumplir su pena en una cárcel de caña, madera, ladrillo o de cemento; indica solamente que la prisión la cumplan en un establecimiento carcelario.
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He aquí, algunas sugerencias al respecto.
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En primer lugar, tales embarcaciones no tienen que estar en pleno océano, bien podrían anclarse a unas dos o tres millas, cerca de alguna playa, y en caso de un motín, con lanchas rápidas se podría llegar en un par de minutos. Y como segunda sugerencia, los guías, que deben ser hombres de mar, a quienes se los entrene para tal cargo, serían secretamente seleccionados por la Armada Nacional, usarían pasamontaña, para no ser reconocidos, equipados con radios, cascos y chalecos antibalas, o lo que recomienden los especialistas.
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No creo, como muchos piensan, que fue un “globo de ensayo” del candidato Noboa Azín para obtener votos en su campaña política. La idea es muy buena, pero la tiene que pulir para aplicarla.
Para evitar que los sujetos se acerquen al buque para proporcionarles celulares, balas, armas o droga, bien podrían crear un cerco de boyas alrededor de la barcaza, a 100 metros a la redonda, con boyas visibles de día y de noche. A la lancha que se acerque y no se identifique, bien podrían utilizar la fuerza para capturarlos y entregarlos a las autoridades pertinentes.
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Los entendidos en materia penal y de cárceles, más que criticar la idea, deben contribuir a mejorarla, al igual que otras policías internacionales, bien podrían contribuir con sus experiencias, en este tipo de cárceles y llevarlas a feliz término.
Las buenas ideas, en ocasiones, surgen huérfanas, por ello la necesidad de escuchar opiniones valederas e implementarlas. No escandalizarse, ni mucho menos desecharlas a la primera de abastos. Para ello Dios nos dio la inteligencia necesaria para mejorar las falencias, que en épocas de crisis surgen al por mayor.
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Hagamos patria, ecuatorianos. (O)
Sucre Calderón Calderón, abogado, Guayaquil
