Todos los días vemos noticias de femicidios, ninguna sobre asesinatos a hombres por parte de sus mujeres. Por poco pensarán que no existen.
Dada la parcialidad y mediocridad profesional de legisladores, se ha ignorado convenientemente que la Constitución prevé que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, nadie podrá ser discriminado por razones de género, etc. (artículo 11, numeral 2). ¿Por qué discriminar legislando solo para una excepción (que no era necesaria, porque ya estaba tipificada) y no para cada caso? La técnica jurídica obliga a que también especifiquen como delitos independientes el parricidio, el fratricidio, el filicidio, etc., tal cual lo han hecho en el artículo 141 del COIP con el femicidio. La respuesta a este absurdo legal está en que más los mueve su interés de ser ‘políticamente correctos’ buscando en su reelección indefinida que ser justos, coherentes y consecuentes con la realidad social. El asesinato a cónyuges varones, padres, abuelos, hermanos, hijos, sobrinos, nietos... también es un crimen. Para politiqueros asambleístas, eso no vende ni está de moda, tampoco es jugoso para ciertos medios ser objetivos, imparciales, ni irse contra esnobismos culturales marxistas que nos alinean como sociedad haciéndonos creer que la vida del marido no vale lo mismo que la de su mujer. Legisladores, ¿el ‘masculicidio’ para cuándo? (O)
César Eduardo Benítez Jiménez, doctor en Jurisprudencia, Guayaquil