Los embriones criopreservados son embriones sobrantes, se los mantiene artificialmente con vida por medio de un procedimiento indigno (congelados), a la espera de que eventualmente los usen. Mantener a una persona artificialmente viva —como los embriones congelados— es moralmente condenable. Y disponer de ella transfiriéndola en el momento que un tercero decida, desde el congelador a un útero desconocido, es una nueva violación a la dignidad de esa persona.
La medida para la evaluación moral no es otra que la verdad ontológica de la persona, la que se descubre en un análisis antropológico que logre ver la especificidad de las acciones humanas. Todo juicio moral debe remitirse a esas normas no escritas que están inscritas en nuestra naturaleza, y que constituyen la piedra de toque del respeto a nuestra dignidad. (O)
Mario José Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina
y profesor de Bioética, Guayaquil