Al inicio de la carrera de Derecho una de mis primeras profesoras se dirigió a toda la clase y dijo: “La política es el arte de servir a los demás”. Para algunos alumnos nos pareció algo obvio, aquella idea de la finalidad de la política, pero nos bastó leer los titulares de los periódicos de aquel día para comprender que no estaba siendo eso puesto en práctica.
A pocos días de una nueva contienda electoral, no puedo evitar pensar en cuántos jóvenes como yo se encuentran preocupados por a quién otorgar el voto. Pienso más en los jóvenes que no se encuentran preocupados en absoluto. quienes luego de tanta impotencia han elegido la indiferencia y rechazo al sistema. Tal parece que a nuestros políticos se les ha olvidado para qué aspiran a ser elegidos. Es común escuchar promesas en campañas, que nunca se materializan, posturas contrarias a las ideologías sus partidos políticos, autoridades que abandonan sus cargos para iniciar una nueva campaña sin terminar las funciones para las que han sido elegidos. Políticos están creando jóvenes apolíticos que no confían en ningún partido. ¿Cómo pueden pedir votos a personas que no confían? Desde que tengo memoria recuerdo a los mismos personajes participando en elecciones, peleando por el poder, quienes llegaron a tenerlo se encuentran envueltos en corrupción.
Personalmente no puedo esperar el día que una papeleta electoral contenga nombres de profesionales capaces, honestos y conscientes de que la política es para servir y no para servirse de ella; nombres de personas sin confusiones ideológicas que se conserven firmes de sus convicciones; lo más importante nombres que no nos provoquen indignación y desconfianza. Hasta que llegue aquel día, debo recordar que “el precio de desentenderse de la política es ser gobernados por los peores hombres”. (O)
María Mercedes Vizueta Trujillo, 22 años, estudiante de Derecho, avenida Samborondón