¿Qué nos pudo quedar claro en este 2020? Quizás nuestras prioridades, quiénes son nuestros verdaderos amigos, la importancia de cuidarnos y cuidar a otros, aceptar que no tenemos el control sobre muchas cosas y que el dolor se abraza para poder dejarlo ir. La conmoción y la negación son respuestas típicas a los eventos traumáticos y desastres, especialmente en los primeros días posteriores. La negación consiste en no reconocer que ha ocurrido algo muy estresante o en no asimilar la intensidad de un acontecimiento. Esta pandemia nos ha enseñado la importancia del desapego y la paciencia, dos cualidades que nos permiten salir adelante en medio de situaciones difíciles.

La claridad tiene un campo fértil cuando vemos las cosas en perspectiva, contemplar para comprender todo el panorama, que era difuso cuando las circunstancias nos anclaban a nuestro metro cuadrado. Con claridad en lo que quieres lograr, para dónde vas (y con quién) es muchísimo más sencillo tomar decisiones.

Situaciones que cambian bruscamente afectan nuestro diario vivir y nos obligan a adaptarnos a una inesperada y súbita nueva realidad que, si bien es abrumadora, también es necesaria para poder sobrevivir. Esta vez el mayor cambio fue aprender a vivir aislados; la incapacidad de circular libremente nos llevó a explorar lo que tenemos dentro. Qué cruda, pero a la vez necesaria puede ser la introspección reflexiva; uno se topa con sentimientos que ignoraba deliberadamente, y si hay valentía para sacarlos y verlos a la cara, le abrimos las puertas de par en par a un estado de mayor claridad. A veces la vida es más inteligente que nosotros; aunque nos cueste creerlo, debemos estar muy atentos para comprender qué es lo que la vida nos quiere enseñar para poder crecer. Como una mudanza, nos toca seleccionar lo que se va y lo que se queda, entre esas cosas, lo que nos suma y lo que nos resta; la claridad es lo que nos impulsa a no perder el tiempo en cosas, relaciones y situaciones que no valen la pena y que nos impiden avanzar.

Unas de las mayores preguntas de la humanidad son: ¿a qué vine a este mundo?, ¿qué me mueve?, ¿dónde está verdaderamente mi contribución? Quizás la mayor contribución de este año ha sido hacia nosotros mismos, al poder replantearnos muchas cosas, volviendo a lo esencial y, por supuesto, teniendo claras nuestras prioridades. Todo este proceso nos confirma que los cambios son inevitables y que como seres humanos no solo somos, sino que siempre estamos siendo.

Es importante hacernos estas preguntas y tratar de buscar espacios para la introspección, los cuales permitan que esas respuestas y sobre todo nuevas preguntas vayan saliendo a la superficie.

Después de todas las enseñanzas que nos ha dejado este 2020, nuestra principal conclusión es que estamos aquí para ser felices. La vida es algo pasajero, tengamos claro esto y empecemos este nuevo año sabiendo que toda situación, por más difícil que sea, nos provee sabiduría. Valoremos lo que tenemos y sobre todo a quienes tenemos, mañana pueden no estar aquí. Dejemos atrás todo el peso que las dudas nos producen, viajemos livianos, con gratitud y claridad. (O)