Desde que empezó la emergencia derivada de la pandemia de COVID-19 se han profundizado las desigualdades de género tanto en el interior de los hogares como fuera de ellos, con disparidades que se dan en todos los sectores: a nivel laboral, financiero, cultural, artístico, político, educacional, entre otros. Una realidad negativa que requiere urgentemente de la participación igualitaria de mujeres y hombres en las decisiones, para que con enfoque de género sean elementos centrales de las políticas de mitigación y recuperación de la crisis en los actuales momentos.

El hecho de no considerar el enfoque de género está profundizando las desigualdades con efectos que se prolongarán en el largo plazo y serán difíciles de revertir. Si bien es cierto que las medidas de confinamiento buscan proteger la salud pública para evitar nuevos contagios y el colapso de los servicios de salud; sin embargo, su aplicación no es neutra desde el punto de vista de género.

Los hogares se han convertido en el ambiente donde todo ocurre: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización y el trabajo productivo; lo que ha conducido a muchas mujeres a padecer crisis de ansiedad, convirtiéndose en un trastorno más común de lo que se percibe y que está relacionado con el estrés ambiental e incertidumbre de enfrentar el futuro y lo que este puede deparar. Las cifras que se muestran en diversos medios de comunicación exponen índices elevados de mujeres que sufren ataques de ansiedad y depresión, situación que se canaliza en algunas ocasiones en enfermedades graves, trastornos mentales y en aumentos de suicidios.

Globalmente, las mujeres se constituyen en uno de los grupos sociales de alta vulnerabilidad y ya se están visualizando los efectos en todos los ámbitos, pero de manera especial es más visible en el mercado de trabajo, también segmentado por género. Las mujeres representan una gran proporción de la economía informal en todos los países y las estadísticas indican que los sectores de la economía más perjudicados por las medidas de aislamiento social afectan a las mujeres de modo importante y específico.

A esto se adiciona el aumento de la violencia de género que se recrudece por el confinamiento y por el limitado acceso de las mujeres a los servicios de atención, prevención y sanción de la violencia y que ya se requieren medidas extraordinarias para una situación que sobrepasa toda precariedad social. De ahí la importancia de prestar atención a los grupos de mayor vulnerabilidad; en la que las acciones deben enfocarse en la implementación real de políticas y estrategias de planificación y planeación encaminadas para buscar la igualdad de género y empoderamiento económico de las mujeres.

Solo la participación igualitaria de las mujeres en la toma de decisiones podrá ofrecer respuestas a las crisis efectivas y apropiadas, de lo contrario siempre serán parciales, menos efectivas e incluso pueden ser dañinas. (O)