Si no se vive no se puede sentir el gran sufrimiento que ha causado en todo el mundo el COVID-19, se llevó almas que todavía les faltaba vivir, se llevó corazones adoloridos por dejar este mundo sin terminar el camino trazado. Se llevó al rico, al pobre, a la madre abnegada dejando hijos mirando la soledad del amor filial; al doctor, a la enfermera, que con la esperanza fijada en el juramento hipocrático cumplían con amor su labor; al profesor que con vocación no le importaba cruzar dificultades y llegar al niño deseoso de aprender.
Duros momentos vividos tocaron al novio enamorado que luchó por la vida sin conseguirlo dejando desesperanza; al anciano que pensó vivir esta etapa con la serenidad y complacencia del deber cumplido. ¿Qué más quieres pandemia, que nos preguntemos cómo estábamos viviendo, la fe estaba en nuestra vida, amábamos a la familia y al prójimo, ayudábamos al necesitado? Dios de nuestras vidas, pedimos que bendigas a los pueblos del mundo, aprenderemos a amar nuestra Tierra. El tiempo nos dará la gran oportunidad de ser mejores, sin odio, envidia, solo con un gran corazón listo para volver a vivir y amar. (O)
Alicia Carriel Salazar, Guayaquil