Suena a título de una película futurista, pero no. Es tan solo una posibilidad real, si las condiciones del manejo económico son las adecuadas.

Aunque las proyecciones del Banco Central del Ecuador (BCE) sobre el crecimiento de la economía ecuatoriana en el 2021 son más precavidas que las de la Cepal o el FMI, se espera que la economía crezca entre 1,5 % y 2,2 % en el 2021. Lo cual es alentador para todos quienes esperan un empujón en sus economías, actualmente tan deterioradas.

La cifra es menor al 4,8 % que proyectó para el 2021 el Fondo Monetario Internacional (FMI), tras concretar el programa económico con el Gobierno. Y según el BCE, antes de la recuperación esperada este 2021 se experimentará una fuerte caída del PIB (lo cual ya se siente en estos momentos).

El peor escenario para el país será la falta de liquidez, que podría contraer la economía hasta un 9,6 % este año, según proyecciones del BCE. Pero la inyección de capital por parte del FMI por $ 6.500 millones puede ser clave para la recuperación del país.

Todavía restan por ingresar a las arcas estatales aproximadamente $ 7.150 millones en créditos de organismos multilaterales, y nuevos créditos de bancos chinos. Allí están incluidos créditos pendientes de parte del Banco Mundial, BID y la CAF.

Sin olvidar que, a finales de diciembre, el país espera contar con $ 2 mil millones más del FMI, que deben ser destinados al cumplimiento del ordenamiento de las cuentas públicas. Esto debe ser revisado, pero depende de la aprobación de la Ley Anticorrupción, que se encuentra en manos de la Asamblea Nacional.

Hay un déficit para terminar el 2020, tal vez, el año más difícil que le ha tocado vivir al país y al mundo.

Con el año que viene y las proyecciones existentes viene también un proceso electoral, cuyos resultados aún son inciertos. El manejo de la economía ecuatoriana dependerá de quién presida los destinos del país desde el próximo 2021, y de su política económica.

Cómo y bajo qué prioridades se administrarán estos recursos, dependerá de quién sea el nuevo presidente de la República. El nuevo régimen deberá tomar medidas que beneficien al consumo y al emprendimiento. Guardando las distancias, Alemania es un buen ejemplo de lo que se debería hacer. Esta nación ha desplegado los paquetes de estímulo más grandes de la zona euro, lo que ha permitido un fuerte crecimiento en su economía, dejando el PIB del tercer trimestre un 4,2 % por debajo de los niveles del año 2019.

De hecho, Alemania era el país de la zona euro que mayor margen fiscal presentaba. Pues venía sumando varios superávits que hicieron cerrar 2019 con una deuda pública del 57 % sobre PIB.

Pero este país no solo ha puesto en marcha políticas de gasto e inversión, también anunció una rebaja temporal (seis meses) del IVA para estimular el consumo de los hogares en los meses que la economía comenzaba a reabrir. Además, ha implementado fuertes estímulos, que ha llevado a que las ventas al por menor hayan crecido más de lo esperado, impulsando el PIB por encima de todas las previsiones en el tercer trimestre. (O)