Con bombos y platillos se anuncia para el 19 de octubre la inauguración del viaducto de 540 metros de largo y 26,60 metros de ancho –a un costo de $ 61,7 millones– que unirá las riberas del río Daule a la altura de la urbanización La Perla, ubicada en la avenida Narcisa de Jesús del norte de Guayaquil, y la parroquia La Aurora del cantón Daule, a la entrada de la populosa urbanización La Joya.
El progreso de urbes como la metrópoli Guayaquil y las satélites como Samborondón y Daule, donde residen muchas familias, ha tenido un incremento notable por múltiples motivos, entre ellos la seguridad y el relativo confinamiento entre las viviendas comunitarias y los sitios de esparcimiento donde la vecindad intenta obtener paz, ya sea como operadores activos o jubilados. No obstante, ninguna obra física puede ser de satisfacción para todos, y eso es lo que ocurre a quienes residimos en la etapa Rubí, una de las primeras edificadas en lo que hoy constituye la urbanización La Joya, que la integran más de 20 etapas que acogen a miles de familias de clase media. A esta se agrega la Urbanización del Rey, que asimismo la integran centenares de familias en varias etapas.
La etapa Rubí, cercana al viaducto, ha sido marginada en su parte frontal colindante con la intensamente traficable avenida León Febres-Cordero, del bacheo a la entrada y salida de los vehículos de los residentes y visitantes; teniendo la promesa del cabildo dauleño de que en algún momento los atenderá. Hasta tanto, los accidentes de tránsito se producen casi a diario entre conductores de vehículos que ingresan velozmente a las etapas de La Joya, que preocupa a los peatones porque no hay autoridad a quien quejarse, ya que la señalización y semaforización no es la apropiada del sistema de tránsito vehicular. (O)
José Francisco Medina Manrique, licenciado en Comunicación, Daule