Relegadas al trabajo doméstico, aun hoy, aunque en menor grado en Ecuador que en la península arábiga, las mujeres no llegamos a puestos de liderazgo ni siquiera en áreas de trabajo donde somos mayoría. Los rectores de colegio y directores de hospitales son hombres, pero cuando uno llega a una institución de este tipo se encuentra comúnmente en los corredores con más mujeres que hombres trabajando. Es difícil que se entienda que las mujeres, como diría Mafalda, hemos jugado más un trapo que un papel en la historia, pues aquellas con poder suponen que es más un problema de ambición que necesidad de cambios en la sociedad. Mañana recordaremos una de las más importantes fechas en la lucha contra la colonia española en nuestras tierras, probablemente con un acto frente al monumento a los próceres en Guayaquil. Poco se hará por ensalzar a las guayaquileñas Ana y Manuela Garaicoa, Baltasara Calderón y Garaicoa, María Aguirre, Ramona Castillo, la teniente Antonia, Carmen Franco, Petra Guiraldes, Simona Mora, Isabel Morlás, María Rosa Silva Icaza, Rosa Campusano, Mercedes Decimavilla y Cossío (quienes constan en la historia gracias a una coterránea, Jenny Estrada). Rosa Campusano, figura fundamental en la independencia de Perú, donde fue condecorada con la Orden del Sol, cayó en el olvido y murió en la indigencia, al igual que su amiga Manuela Sáenz.

En la revista BMJ Global Health acabo de publicar un estudio con colegas hombres y mujeres sobre la composición de género del liderazgo en los equipos de respuesta a la pandemia por COVID-19. En los 115 equipos analizados, en 87 países, el 85 % tiene una mayoría de hombres y solo el 5% tiene paridad de género, es decir, cuenta con igual número de hombres que de mujeres. Según el informe de 2019 de la OMS sobre 104 países, el 67 % del personal de trabajo en el sector de salud son mujeres, por lo que deberíamos ocupar el mismo porcentaje de puestos de liderazgo en la toma de decisiones.

En promedio, los hombres ganan 28 % más de sueldo que las mujeres en el sector de la salud, incluso en áreas dominadas por ellas. Es así que las médicas ganan 13 % por hora menos que los hombres, y las enfermeras y parteras ganan un sorprendente 12 % menos por hora. Si comparamos puestos similares con igual carga horaria, la brecha promedio sigue siendo de 11 %, con desventaja para la mujer. Todavía más, las mujeres contribuimos 3''000.000'000.000 (tres millones de millones) de dólares norteamericanos en el campo de la salud global, pero la mitad corresponde a trabajo no remunerado de cuidado a otros.

Desde la posición de privilegio que tenemos las mujeres educadas, no podemos resaltar los logros propios como prueba de que se puede llegar lejos o que la equidad es menor a la que arrojan los números. La realidad es que las actas de sesión del Comité de Emergencias Nacional durante la presente pandemia registran un desfile de hombres que tomaron decisiones en nombre de todos nosotros, y en el que brillaron por su ausencia representantes del sector del cuidado. Recordemos el 9 de octubre que el desarrollo de los pueblos llega hasta donde llega la libertad de sus mujeres. (O)