Distinguir lo verdadero de lo que no lo es sigue siendo un asunto no tan fácil de resolver. En la actualidad, esto se complica cuando surgen rumores que se amplifican en las redes sociales.

Algunas veces, con intención velada, se busca posicionar un tema partiendo de una insinuación o un planteamiento que, sin llegar a citar un hecho o una afirmación, logra crear expectativa e incluso reacciones que derivan en suposiciones que tratan de reforzar la idea de base.

Si el tema logra concitar atención, puede crecer a la velocidad de una bola de nieve que al rodar en pendiente va incrementando su tamaño y genera confusión en la audiencia que lo recepta.

¿Que un criterio sea aceptado en consenso por los miembros de una colectividad lo convierte en verdad?

Al parecer, eso no basta. Por mucho tiempo se aceptó que la Tierra era plana y luego se demostró de manera científica que esa convicción estaba errada.

Aunque cabe señalar que en ocasiones tampoco bastan las evidencias cuando hay quienes se empeñen en negarlas de manera ciega.

Siguiendo con el ejemplo de la forma de la Tierra, aún hay personas que sostienen que existe una conspiración para ocultar que la Tierra no es esférica, tal es el caso de los seguidores del movimiento terraplanista –The Flat Earth Society (la Sociedad de la Tierra Plana)–.

En el contexto de la pandemia, de la aprobación del Código Orgánico de Salud y de la precampaña electoral, van surgiendo contenidos que buscan desinformar.

En un comunicado emitido ayer por la mañana, el Partido Social Cristiano ofrecía que por la tarde anunciaría al país “la verdad exacta y no especulaciones ni tergiversaciones” sobre su posición respecto al proceso electoral próximo.

Privilegiar la verdad es un principio ético que no admite dobleces ni justificaciones de ningún tipo. A los ciudadanos les asiste el derecho de conocer la verdad, en paridad con la obligación de analizar los argumentos de manera racional. (O)