Se te caían las babas. Era una de esas ricas tortas de chocolate rellenas de manjar. Alguien se comió el último pedazo. Solo te quedaron las migajas. ¿Será igual con la torta de la riqueza nacional? ¿Si unos comen más, otros comen menos?

Amazon vale más de un millón de millones de dólares. Trillion, en inglés. Pudiera comprar varias veces todo lo que venden todas las empresas del Ecuador. Su accionista mayoritario, Jeff Bezos, posee un patrimonio personal equivalente a más de nuestro PIB. ¿No es eso demasiada torta para una sola persona?

Pero primero, ¿por qué una empresa, comenzando desde abajo, puede llegar a crecer tanto? Todos los días miles de empresas producen “tortas” que nadie compra y quiebran. Entonces, el tamaño empresarial es proporcional a qué tan útil eres para el mercado.

Una cosa es crear valor social mediante libre competencia y recibir una retribución económica proporcional a tu aporte. Otra cosa es hacer trampa cabildeando y no competir con reglas claras, sino manipularlas para obtener reglas raras: buenas para ti, malas para los demás.

Hay dos tipos de empresas: protegidas y libres. Protegidas son las que adquieren el proteccionismo del Estado mediante distintas formas de bloquear a su competencia: aranceles camuflados, tramitomanía INENficiente, impuestos con dedicatoria, discrecionalidad, demoras excesivas en permisos, hostigamiento de controles selectivos, etcétera.

Nos hacen recordar la definición de envidia de Helmut Shoeck: “el envidioso piensa que, si su vecino se rompe una pierna, el caminará mejor”. Se desgastan en que sus competidores tengan más obstáculos en vez de invertir en ser más competitivos.

Los efectos sobre la sociedad son: reducción de oferta de productos y servicios, encarecimiento de la vida, destrucción de empleos y muerte de la innovación: empresa protegida no tiene incentivos para dejar de estar dormida.

En claro contraste, están las empresas libres: salvo reglas claras, no necesitan nada del Estado. Sobreviven compitiendo en buena lid. A eso se le llama libre empresa.

Volvamos a la torta de riqueza horneada por Jeff Bezos en libre competencia. Su existencia beneficia no a uno, sino a millones de personas: clientes, a los que nos hace más fácil la vida y genera ahorros, empleados (800 mil directos y 2,2 millones indirectos) y accionistas: más del 80 % de las acciones (porciones de torta) de Amazon son propiedad de terceros.

En los últimos 26 años, comenzando desde cero, crearon más de $ 1 trillion de riqueza para sus accionistas. Fondos de pensiones de bomberos, policía, maestros de escuela y ciudadanos comunes se jubilarán mejor debido a la torta de riqueza que Amazon ha creado.

Cada nuevo emprendedor expande la torta de riqueza. Mientras más crece su emprendimiento, creando valor para la sociedad (no bloqueando a su competencia), más torta para todos.

Se vienen tiempos en que muchos prometerán repartir mejor la torta que no han creado. Recordémosles que antes que repartir hay que crear. Y que la libre empresa crea más tortas de riqueza. (O)