Estoy viendo la película The Intern. Robert de Niro, un jubilado viudo de 70 años, intenta llenar sus días entre clases de yoga y paseos. Pero se siente incompleto. Un día aplica a una pasantía para personas de la tercera edad en una moderna start-up. De Niro se convierte en asistente y consejero de la joven fundadora y CEO. Aunque no está al día con las últimas tendencias y tecnologías, su experiencia termina siendo de inmensa ayuda para la empresa.

Leo en Twitter sobre la intensa campaña presidencial en Estados Unidos. Los candidatos, mayores que el personaje jubilado de De Niro, hacen campaña con la energía de adolescentes. Trump, de 74 años, y Biden, de 77 años, nos hacen olvidar sus edades. Y ni hablar de Bernie Sanders que con sus 78 años energizaba a sus jóvenes seguidores. La edad pasa a segundo plano. Solo vemos rivales dándolo todo para ganar.

Ronald Reagan tenía 69 años cuando ganó la Presidencia de Estados Unidos. En esa época lo veían viejo. Es famosa la respuesta que Reagan dio en su debate contra Walter Mondale en la campaña de 1984 por su reelección. El moderador le preguntó si su edad podría convertirse en un problema ahora que ya tenía 73 años. A lo que Reagan contestó: “No voy a sacar a relucir el tema de la edad en esta campaña. No voy a explotar, por razones políticas, la juventud y la inexperiencia de mi oponente”. Hasta Mondale celebró la respuesta. Reagan ganó sin problema su reelección.

En un mundo obsesionado con la juventud y donde todos los productos, campañas, negocios parecen enfocados en los mileniales y centeniales, queda poco espacio en el mercado laboral y otras actividades para la tercera edad. Ya desde los 40 años se vuelve complicado conseguir trabajo. Difícil, casi imposible, pensar en una empresa contratando un gerente de más de 70 años.

Sin embargo, la política y otros ámbitos nos están demostrando lo contrario. A Trump y Biden no los detiene su edad ni un segundo. Mick Jagger, a sus 76 años, sigue bailando y cantando sin descanso por los escenarios del mundo antes miles de fans. Los viejos de hoy son cada día más jóvenes. Los seres humanos nos alimentamos mejor, tenemos más acceso a servicios de salud, llevamos estilos de vida más sanos. Vivimos más años y los vivimos mejor.

Mientras muchos piensan retirarse en sus sesentas, toda una generación de políticos, artistas, empresarios, profesionales siguen activos y vigentes pasados sus setentas y ochentas. Treinta y pico años después de la época de Reagan, hoy nadie cuestionaría su edad como un impedimento para gobernar.

El estereotipo del jubilado, sentado en una banca del parque ajeno al mundo que lo rodea, se va convirtiendo en cosa del pasado. La política es el escenario donde más se está demostrando que los años no son impedimento para seguir contribuyendo a la sociedad, para seguir aprendiendo y trabajando con intensidad. La tercera edad de hoy viene recargada. Ya lo cantó Sabina: Así que, de momento, nada de adiós, muchachos / Me duermo en los entierros de mi generación / Cada noche me invento, todavía me emborracho / Tan joven y tan viejo, like a rolling stone. (O)