¡Ahora se considera ancianas a las personas de 60 años! En las redes sociales se publican saludos de cumpleaños por los 86, 90, 101 o más. Es decir, hay quienes superaron la ancianidad y el estimado se proyecta a los 120 años. En este tiempo de tensión y miedo planetario por la emergencia sanitaria vemos muchos adultos mayores muy saludables, plenos de vitalidad, con envidiable lucidez y ánimo. Es estimulante apreciar sus comportamientos divertidos, nada depresivos; nos alientan a todos para avanzar en este camino.
Preguntaba a un amigo octogenario, el típico ‘secreto’ para mantenerse vital, respondió que podría ser su estilo de vida, su alimentación. Es lo que he apreciado, con sencillez disfruta de la buena mesa, especialmente: frutas, ensaladas, poquísimas carnes rojas. Pero hay algo más, su carácter animoso, alegre, divertido, trata de encontrar el lado ameno para compartirlo. Sus amigos son compatibles con su manera de ser, es decir, hay armonía para disfrutar del saludable divertimiento. Precisamente, lo que debemos observar en estos tiempos de aislamiento y distanciamiento familiar y social. Fortalecer nuestra voluntad de querer y estar bien. El peligro no se ha ido, está presente y latente. Veamos la vida como un acto experimental y tratemos de adaptarnos. La creatividad nos salva. Nada es para siempre y esto que nos toca vivir, tampoco será, ya pasará y tendremos nuevos momentos. Recuerdo al cantante francés Salvatore Adamo, en una de sus bellas canciones dice: “Es mi vida, es mi vida, qué puedo hacer si ella me eligió; no es un infierno, tampoco es un edén, pero es mi vida”. Aprovechemos estos días de intenso silencio para reconciliarnos y sentirnos bien con nosotros mismos, y así querernos más y complicarnos menos. Vivir la utopía del día a día. Tratemos de vivir en el intento, porque en realidad, la vida nos une. (O)
Fernando Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil