Esta profesión, tan poca entendida y muy sacrificada, es una de la más desatendida por la autoridad de salud pública.
Los galenos y demás servidores de salud en el país ganan un sueldo de miseria en comparación con la remuneración que reciben otros servidores públicos como, por ejemplo, fiscales, jueces y asambleístas. En esta pandemia azotada por un novel y letal virus, ha evidenciado la necesidad de tener un sistema sanitario fuerte para poder enfrentarnos a un enemigo letal que produce muchas muertes y tener un ejército de servidores de la salud, bien entrenados y tengan todas las armas tecnológicas para poder enfrentar esta difícil batalla contra la pandemia por coronavirus.
Esta pandemia también evidenció el sistema sanitario frágil del Ecuador que rápidamente colapsó frente a la agresión, lo que nos ha hecho reflexionar sobre la importancia y necesidad de tener un sistema sanitario fuerte con profesionales sanitarios bien remunerados y protegidos por el Estado.
Además ha evidenciado el coraje y la valentía de nuestros médicos, enfermeros, terapistas y tecnólogos médicos, al defendernos contra este virus pandémico.
Muchos médicos ecuatorianos han ofrendado su vida, verdaderos mártires, para devolver la salud a sus pacientes; su martirio no esté en el olvido, porque las familias de dichos médicos quedan desprotegidas y desamparadas.
Ojalá esta experiencia en enfrentar esta pandemia nos deje una enseñanza, que las prioridades de un Estado son la salud y la educación, para poder desarrollarse el país y alcanzar el primer mundo.
Opino por lo tanto que el mejor tributo que podemos devolver a nuestros mártires que entregaron sus vidas, es cambiar este sistema sanitario obsoleto por un sistema sanitario moderno, vanguardista y justo, donde los médicos, enfermeros y terapistas, sean bien remunerados.
Deseamos que exista un cambio en el futuro no muy lejano para que se mejoren las condiciones de remuneración de dichos profesionales de la salud, a lo largo y ancho de la patria.(O)
Jaime Benites Solís,
doctor, clínico intensivista; avenida Samborondón