La Revolución francesa de 1789 fue considerada como la Grande Peur (el Gran Miedo). El mismo acto o miedo revolucionario pragmático se vive hoy, el gran miedo de laboratorio, tratándose de liquidar la representación laboral que perjudicaría los intereses de los países privilegiados, lo cual puede marcar el final del desarrollo de las grandes potencias; apoyar a las masas populares es el único camino para morigerar estas dos corrientes sociales.
Se avizoran nuevas pandemias producto de miedos de laboratorio, tendentes a una crisis social, financiera y económica que amenaza la paz mundial. La clase pobre está siempre amenazada por la clase dominante, como lo predijo el Econ. inglés Arthur Young en una conferencia en la Universidad de Oxford, quien manifestó: ‘‘A los países pobres hay que mantenerlos pobres o nunca serán industriosos”. Sin embargo de manifestar que los ciudadanos de los países subdesarrollados están mal alimentados y enfermos. De tal manera que deben contribuir por única vez con sus riquezas los magnates y multimillonarios de los países donde se encuentran, como una acción filántropa en pro de los ciudadanos pobres y desamparados.
La Tierra está enferma y necesita renovarse y no debemos entrar en pánico, solo auspiciando los alimentos y medicinas, por el COVID-19, que es un gran corrector para sembrar amor, tolerancia, paciencia, solidaridad y compasión. Vamos a rememorar la libertad, igualdad y fraternidad universal. De tal manera que estas ayudas con carácter solidario sirvan a la mayoría de los habitantes del planeta, para seguir viviendo, a fin de seguir produciendo las materias primas que necesitan estos países desarrollados. (O)
José Arrobo Reyes,
Guayaquil