La pandemia del COVID-19 llegó a nuestro país y nos encontró desprevenidos, mal alimentados, sin poder contar con una red gubernamental de salud eficiente, con científicos de universidades, médicos especialistas, enfermeros y enfermeras, tecnólogos, y todos aquellos que por separado proveen servicios de salud a un alto costo para las familias.
Nadie está exento de verse contagiado, porque muchos consideran que la salud no es prioritaria y que otras áreas son más importantes en la lucha por la subsistencia.
Nadie quiere vivir encerrado en sus hogares, muchas veces sin las provisiones alimenticias suficientes, y la desesperación por la libertad a veces nos lleva a la imprudencia, sin prever que la consecuencia es contagiarse.
La ciudadanía, que no puede ni debe salir de sus hogares por el toque de queda, desde las 14:00 hasta las 05:00 del día siguiente, con la supervisión de las fuerzas del orden, debe cumplir las disposiciones del Gobierno para impedir la expansión epidémica.
Rogamos a Dios que proteja a nuestro país, que ya no haya más víctimas, y si las hubiera, que los familiares les puedan dar cristiana sepultura. Debemos prepararnos para los próximos días que debemos afrontar. (O)
Francisco Medina Manrique,
periodista, Guayaquil