Es decir, Moreno hasta el 2021. Si debemos encapsular las medidas económicas asumidas por Lenín Moreno, y anunciadas la noche del martes en medio de una incertidumbre ciudadana que abarrotó distribuidoras de combustible y bodegas de gas, la cápsula sería: Moreno hasta el 2021.

Con esto no quiero decir que las expectativas personales iban por la eliminación de los subsidios de los combustibles, eliminación del subsidio del gas y la privatización de las empresas públicas –anuncios octubrinos que dicho sea de paso nos mantuvieron trece días en las calles cuencanas–, sino que son la confirmación de que a Moreno lo que le interesa no es el país, sino el arroz con huevo y terminar el periodo en el 2021, antes de mudarse a la costa del mar Mediterráneo.

Es sensato dejar en manos de analistas –de los no sesgados, los no resentidos, no politizados– aquello de la factibilidad de tales o cuales medidas, incluso aquellas relacionadas con los subsidios, y que el ciudadano común tenga su propia opinión. Pero la de antenoche fue la confirmación de una realidad tan evidente como la salida diaria del sol: el Gobierno nunca tuvo un norte claro, una política económica sólida, solvente, estratégica, inteligente y a largo plazo. Solamente el interés por el arroz con huevo de un presidente que delegó todo lo demás a un frente variopinto y múltiple en intereses personales y de grupo.

Y el tema político, atado por un yugo inevitable al espectro económico, también tiene una corresponsabilidad directa con lo que ha ocurrido en el periodo morenista dedicado 110 % a la persecución de Correa. Se perdió la oportunidad de transparentar lo que tanto se ha acusado al Gobierno anterior –muletilla molesta– y terminaron causando el efecto contrario con el apoyo directo de una Contraloría espantada, una Fiscalía desubicada y una Asamblea… bueno, una Asamblea que acabó por honrarnos con la declaratoria oficial, indiscutible e inocultable de que el nevado Chimborazo es el punto terrestre más cercano al Sol. Ahora solo falta ratificar que la Tierra no es plana.

Con la poca credibilidad que le queda a este disminuido Gobierno, no nos queda más que esperar que alguien haga el favor de explicarnos los alcances de una medida que termina por disminuir los ingresos de los funcionarios públicos (víctimas directas del “esfuerzo casa adentro” para que Moreno termine el periodo), eleva el impuesto a la renta, impuestos a los carros, privatizaciones a la vista… Ah, y el tuit pendiente del FMI.

Capítulo aparte merece un comentario sobre la eliminación de la Empresa de Medios Públicos, otro indicador del retroceso que como país experimentamos desde la propia elección de Moreno como presidente.

Sin desmerecer el impacto de la desaparición de las agencias de regulación y control, la Secretaría de Juventudes, institutos y empresas públicas, borrar la Empresa de Medios Públicos es el síntoma del desinterés del Gobierno por el manejo de lo público.

En esa especie de política reduccionista en la toma de decisiones, dejar al Estado sin la posibilidad de comunicar –no digo que lo hayan hecho bien desde que fueron creados– significa renunciar a proyectos de largo plazo con visión estratégica. (O)