En la revista The New Yorker, la periodista Lauren Collins, en un admirable dossier investigativo, nos habla de Jeanne Calment, la persona que más tiempo ha vivido, nada menos que ciento veintidós años. Ella nació y vivió siempre en Arles, Provenza, al morir en 1997 llevaba décadas siendo la única persona viva que había conocido a Vincent van Gogh. Esa era la historia oficial, pero ha sido cuestionada últimamente. Collins se pregunta en el propio título del artículo si el relato de la famosa occitana no será un fraude. La periodista afirma creer que es verdad, pero consigna algunas perplejidades y cabos sueltos.

Investigadores rusos, entre otras objeciones, esgrimen que la mujer contó versiones distintas de su encuentro con el pintor holandés. Quienes convivimos con ancianos de edades avanzadas sabemos que este tipo de confusiones es habitual en ellos, incluso en los más lúcidos. A mí me asombra que periodistas de mi edad confundan hechos de hace “apenas” cuarenta años. La teoría de los rusos es que Yvonne, hija de Jeanne supuestamente muerta seis décadas antes que esta, se hacía pasar por su progenitora. La suplantación originalmente habría tenido propósitos tributarios dolosos. Pero Arles es una ciudad pequeña, un cambio de personas como el que sostienen los divulgadores rusos habría sido imposible de ocultar. Si bien el trabajo tiene cierta sustentación matemática, en su mayor parte recurre a fuentes no validadas de internet, en una típica operación de desinformación frecuente en medios rusos, usada sobre todo con fines políticos, como nos consta a los ecuatorianos.

La historia se enreda con la intromisión del millonario gerontologista inglés Aubrey de Grey, quien maneja varias fundaciones muy bien financiadas que buscan métodos para frenar el envejecimiento. Este extravagante personaje, que cree posible vivir hasta mil años llevando la vida adecuada, publicó en su acreditada revista gerontológica un trabajo de los rusos que ha sido tachado de inconsistente y poco científico. Una nueva perspectiva surge al saberse que De Grey es profesor en la Universidad Estatal de Física y Tecnología de Moscú. ¿Está el Estado ruso detrás de todo esto? De Grey insiste en que se analicen imparcialmente las muestras de sangre y otros tejidos de Jeanne que estarían a recaudo de una fundación francesa. Los defensores de la autenticidad de la historia de la supercentenaria sostienen que todo lo que quiere De Grey es obtener las muestras de sangre para sus propios experimentos. Estamos entonces ante una nueva y auténtica versión del millonario que busca hacerse a como diere lugar con la sangre o tejidos de personas con características especiales. Me recuerda la vieja serie de televisión El inmortal y la divertidísima comedia cinematográfica Trasplante a la italiana. No conviene dejarse llevar por teorías conspirativas, pero es obvio que el tema interesa enormemente a la comunidad científica y a los países más desarrollos, que ya enfrentan graves problemas con el acelerado envejecimiento de su población. El dar con la clave que permitió a esta dama provenzal vivir lo que vivió comienza a ser una cuestión estratégica, literalmente, asunto de vida o muerte. (O)