Querido amigo:No se puede vivir un evento más maravilloso. Crees que estás mirando cara a cara la felicidad. No te equivocas, no existe experiencia más feliz, quien lo niegue no sabe de lo que está hablando o miente a sabiendas, por envidia o por distorsiones mentales. Vives un amor correspondido. Los dioses han sido generosos, pocas ocasiones en la ruleta de la fortuna le acertarás al pleno como en este envite. Si, como nos enseñó Aristóteles, el propósito para el que ha sido creado el hombre es ser feliz, estás cumpliendo a plenitud tu destino humano. Nada se le parece, ahora sabes que no lo cambiarías ni por todo el oro del mundo, ni por el dominio de todos los reinos de la Tierra. A conciencia o no, sacrificarás por ello hasta la salud y el porvenir.

Aprovecha la bienaventurada ocasión. Los dedos de una mano sobran para contar las veces que se repetirá. Hay cosas que se le parecen y pueden multiplicarse casi a voluntad, pero son sucedáneos muy diluidos y parciales de esta magnífica agonía, de esta deleitable fiebre arrolladora. Cada día despiertas embriagado por la ilusión y la esperanza de lo que traerán las próximas horas. Disfrutas la excitación de la espera que se acaba ante el amanecer brillante de su llegada. Artista como eres, te dispones a beber en cada hora de la fuente de inspiración más luminosa. Paraíso conseguido, magia poderosa, nirvana inefable, todas las metáforas, todas las hipérboles, todas la parábolas te calzan y al final resultan insuficientes. Sí, Keats, Cavafis, Dylan están muy bien, saben de lo que hablas, pero esperas el momento en el que como relámpago en tu mente saltará el verdadero nombre del dios que andas buscando, porque ante su fuerza todo es pequeño y opaco. Bach es grandioso, y Schubert, y Cohen, sí, también, pero sigues este camino alucinante en la seguridad de que un recodo oirás el acorde celestial que sea digno de tu pasión.

Si entienden de lo que hablamos, ¿quién va a interrumpir tu vuelo?, ¿quién quiere bajarte del empíreo para hacerte aterrizar en este mundo sublunar en el que imperan la sequía y el hastío? Al hacerlo tendrán “razón”, mas la cifra de la razón es cero en esta empresa. Quien lo intente debería saber que es un propósito fracasado de antemano. No podrán detenerte. Los lahares que brotan de ese cráter al rojo vivo no se detienen al conjuro de ningún código. Todo lo arrasan, todo lo sepultan. Y me aparto con respeto a un lugar alto a contemplar cómo fluyen las fuerzas que emanan de ti. Solo quiero llamar tu atención ante una palabra con la que inicie este poco tinoso intento de describir el que sin duda es el más poderoso fenómeno de la naturaleza. Hablé de evento, algo que viene, algo que se irá, término que se parece a viento, hoy sopla pero una hora después cesa. Es eventual. Dichosos los que pueden sobrevivir sin demasiadas heridas a su tornadiza naturaleza.

(O)