Las costumbres y la alimentación están teniendo cambios drásticos, las horas excesivas de trabajo, el arduo estudio, etcétera; son más evidentes las “comidas rápidas”, ya que el estilo de vida actual es bajo mucha presión y poco tiempo, sin dejar atrás los precios distorsionados que tienen esas comidas con relación a una comida sana. 

Hace años no existían los bares de los colegios, debido a que las madres usualmente no trabajaban, así que se dedicaban más al cuidado de los hijos teniendo el lunch o comida de media mañana con frutas, o sin grasas saturadas. En la actualidad madre y padre trabajan, disminuyendo el tiempo de preparar alimentos sanos para sus hijos; consecuencia de eso, envían dinero para que ellos se alimenten con lo que cuenta el bar de la institución de estudios. 

Hasta en los colegios pequeños existe un bar donde muchas cosas a la venta son frituras, empaquetados de preservantes, químicos, exceso de sal o de azúcar, o sumamente fritos, y el costo es igual o menor que una comida sana. 

En los alrededores de las universidades lo que más hay son lugares de comida rápida: hamburguesa $1,50, sin embargo cuando se busca una ensalada simple, la más barata que se puede encontrar está sobre los $3,50. Las consecuencias que acarrea esta comida son graves. El Ministerio de Salud tomó medidas en los colegios del consumo de alimentos denominados “chatarra”. 

Es necesaria la concienciación de la sociedad. Como dice Edward Stanley, el político inglés, “aquellos que piensan que no tienen tiempo para una alimentación saludable, tarde o temprano encontrarán tiempo para la enfermedad”. 

Es evidente que el tiempo de vida va disminuyendo. 

La alimentación es la base del desarrollo de las personas. 

Si bien una alimentación sana representa gastos, a simple vista es menor que el gasto que se genera al combatir enfermedades. 

¿Vale la pena esos 15 minutos de tiempo  que me ahorro cada día  al preferir una comida chatarra, a todos los años que me resto por degradar yo mismo mi salud?(O)

Érika Daniela Paredes,

24 años, Quito