La censura de cuatro miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) aún desata polémicas. Se acusa a la Asamblea Nacional de violar la Constitución, desoír la voluntad popular, ahondar ese histórico “drama pasional”: democracia-institucionalidad-ciudadanía. El “gobierno del pueblo” como esencia del ejercicio democrático, no ha ayudado a consolidar una estructura política, económica, de convivencia social. El Ecuador transita entre convulsiones, violencia, inseguridad, desempleo, una sociedad fracturada, partidos dividiendo al pueblo para tenerlo de cliente político, y una institucionalidad infestada de corrupción.
En este escenario, el CPCCS llamado a jugar un rol importante como entidad autónoma, a garantizar transparencia, promover e incentivar la participación cívica, impulsar mecanismos de control, investigar actos que generen corrupción, tal cual indican sus postulados, se convirtió en un órgano partidista desvirtuando su función; argumentos por los cuales el extinto doctor Julio César Trujillo propuso su eliminación. La destitución de los miembros acusados de incumplir funciones, entre otras imputaciones, constituye otro fracaso de esta democracia marchita, huérfana de liderazgo transversal, de frágil institucionalidad –como ese sistema permanente, homogéneo de conductas, ideas, normas, valores, con miras a un fin colectivo– según indica Piu Daeza. Su suerte estaba echada más allá de los errores esgrimidos, por representar un cuerpo viciado, politizado, que olvidó precautelar los intereses de un pueblo lleno de ilusión.
Compatriotas reclaman su voto que eligió a los cesados; acusan a la Asamblea de actuar según conveniencias. En nombre de la democracia y la mayoría no se pueden justificar errores. El concepto de “mayorías” ya no significa poder absoluto, sino compromiso constitucional con los derechos de las minorías, como señala Jorge Amaya del diario La Nación. Por otra parte, el Legislativo y las otras funciones del Estado deben reflejar neutralidad para combatir una descomposición institucional corroyéndolos también. Nacen dudas sobre el futuro del CPCCS. ¿Lo eliminarán? Si así fuere, ¿debe surgir otro organismo blindado de la clase política que represente la voz popular y descomprima la calle? También muchos preguntan: ¿cuándo la Asamblea llamará a los otros funcionarios cuestionados?
El videoclip oficial Flor pálida, de Marc Anthony, muestra un amor vejado, herido, con los pétalos marchitos por las traiciones. Este vuelve a encantarlo con una flor roja regalada por un solidario espantapájaros. Nuestra democracia recuperada hace cuarenta años sobrevive a desencantos, falsas promesas, experimentos, desgobiernos, a una sociedad carente de tejido social y pensamiento crítico. Luce taciturna, herida, mientras pareciera que millares de “espantapájaros” dormidos, temerosos, sin una participación ciudadana efectiva, se aferran a su flor descolorida esperando el llamado electoral para medio despertar y volver a ilusionarse.(O)