Conducir vehículo en Guayaquil se ha vuelto cada vez más temerario. Conducimos diariamente a la defensiva, siempre alerta de cómo conducen a nuestro alrededor. Las calles saturadas de autos de todo tipo, buses de transporte público y motociclistas constituyen un escenario diario.

Para nosotros los carriles no existen: cada quien forma el suyo o conduce entre dos carriles. Pueden estar bien señalizados, pero nosotros enceguecemos ante ellos y nos acomodamos en cualquier hueco donde encontramos espacio. La cantidad de motociclistas ha aumentado. Sortean vehículos como si fueran meros globos en su camino. De la velocidad que suelen llevar, ni para qué hablar. Es excepcional que haya uno que conduzca dentro del límite permitido. Se sienten autorizados a cambiarse de carril como si solo ellos estuvieran en la calle, provocando que los conductores de automóviles frenen bruscamente. Si el motociclista resultare atropellado por su propia temeridad, el que pasará un muy mal rato será el conductor del vehículo.

No es infrecuente que los estacionamientos destinados a personas con discapacidad sean ocupados por personas sin limitación física. El uso preferencial de esos parqueos permite –a quien lo requiere– tener amplitud de movimiento para poder subir y bajar del vehículo, y maniobrar sus implementos de apoyo, silla de ruedas o andador. Muchas personas portan carné de discapacidad por razones que no afectan su movilidad, pero se creen con derecho a ocupar dichos espacios.

Hace poco renové mi licencia de conducir. Antes de rendir el examen teórico estudié y revisé 331 preguntas. Entonces caí en cuenta de cuántas infracciones con sus respectivas sanciones existen en la teoría, porque en la práctica no parece que se cumplieran. Los motociclistas no conducen a 50 km/h, que es el límite máximo de velocidad en vías urbanas. En muchas ocasiones van tres y hasta cuatro personas sobre la moto, entre ellos menores de edad. Con suerte, el conductor porta casco, pero los demás muy rara vez. Y todo eso suele ocurrir en las narices de los agentes de tránsito.

Me gustaría saber cuántas sanciones se han aplicado a quienes estacionan sus vehículos en sitios de uso exclusivo para personas con discapacidad. La ley nacional prevé una multa equivalente al 10% de un salario básico unificado del trabajador en general y la reducción de 3 puntos en la licencia de conducir. Desobediencia frecuente es girar en U en los sitios donde la señal de tránsito lo prohíbe. ¿Cuántas multas (nacionales o cantonales) se han pagado por ese giro prohibido tan usual en Guayaquil? Y podría seguir enumerando casos y situaciones, y haciéndome siempre similar pregunta.

El peatón es asunto aparte. Ni respeta el tránsito ni lo respetan a él. Con frecuencia observamos transeúntes que, por no hacer el esfuerzo de avanzar al paso peatonal o a la zona de seguridad, arriesgan su vida cruzando la vía. En general, el peatón cruza la calle de manera arbitraria, incluso cuando la señal de tránsito le indica que no lo haga. Y si se trata de un vehículo que está girando mientras el peatón cruza, por excepción el conductor del vehículo le cede el paso.

He llegado a la conclusión de que somos analfabetos viales. Y creo que si realmente se aplicaran las sanciones pecuniarias escritas en el papel, seguramente aprenderíamos mejor y más rápido. (O)