“¿A qué tierra de mortales he llegado? ¿Son acaso soberbios, salvajes y carentes de justicia?”.

Homero nos cuenta que Odiseo –“el más listo de los mortales”– se hacía esta pregunta cada vez que llegaba a un país extranjero. Su primera y más importante preocupación era saber si estaba en un lugar donde las leyes se respetaban o si estaba en un lugar donde primaba el arbitrio y la fuerza. Su más grande miedo era haber arribado a una tierra como la de los cíclopes, los gigantes abusadores que no respetaban las leyes de Zeus.

Al igual que Odiseo, los inversionistas se preguntan si su dinero está en un país en donde se respetan las leyes o si está en un país en donde impera la arbitrariedad. Por supuesto, si la respuesta es que está en un lugar donde se respetan las leyes, el capital se queda, se hacen inversiones, se crea riqueza y se genera empleo; por el contrario, si la respuesta es que el dinero se encuentra en un país carente de justicia, entonces los inversionistas sacan sus capitales y se van a otra parte. Antes que preguntarse si hay recursos naturales, si el clima es templado o si la comida es sabrosa, los inversionistas quieren saber si se respeta la ley.

Un buen ejemplo histórico de la relación entre respeto a la ley e inversión es la Europa del XVI. España había conquistado América y recibía toneladas de plata desde sus colonias. Pero España era tierra de soberbios. Los reyes acostumbraban expedir decretos para expropiar la propiedad privada y las personas con títulos nobiliarios hacían préstamos que no se veían obligadas a pagar. Por el contrario, Holanda no tenía muchos recursos naturales ni colonias de las cuales extraer tantas riquezas, pero los holandeses eran escrupulosos devolviendo préstamos, tenían un sistema judicial independiente y respetaban la propiedad privada. El resultado fue que, al poco tiempo, Holanda se convirtió en el país más próspero de Europa. España, a pesar de la cantidad de recursos naturales que tenía, nunca pudo alcanzarlo.

En Ecuador tenemos una larga tradición de irrespeto a la ley. La heredamos de los españoles pero la hemos ido perfeccionando con mérito propio. En el 2019, el Ecuador ocupa el lugar 87 de 126 países en el ranking de respeto a la ley que prepara la World Justice Project. Somos una tierra de soberbios.

Para atraer a Odiseo y a los inversionistas a nuestras costas, debemos emprender el largo camino de institucionalizar el país y crear una cultura de respeto a la ley. Hasta mientras, podemos empezar por algo más fácil: importar justicia. Si se permite a los inversionistas someterse por completo a la legislación y a los jueces de países en donde sí se respete la ley, entonces pueden sentirse más seguros. Un paso en ese camino es permitir el arbitraje internacional de inversiones sin ninguna restricción y suscribir la mayor cantidad de tratados bilaterales de inversiones que sea posible.

(O)