Llevamos un año y medio en un lento proceso de deflación… ¿Deflación? Sí, es cuando los precios tienden a bajar en lugar de subir (esa sería la inflación que es nuestra experiencia “normal” en la economía).

Las cifras lo dicen: en 2018 la variación de precios anual fue -0,22%, y seis de doce meses fueron negativos. Este año llevamos tres de cinco meses en variaciones mensuales negativas. Y en realidad la baja de precios es mayor, porque las medidas del INEC no son tan correctas, no por mala fe sino porque no mide correctamente las promociones, descuentos, negociaciones entre compradores y vendedores (ejemplo, en el rubro alquileres de vivienda se mide el alquiler “oficial” pero no el precio que se terminó negociando). Ese proceso se refleja de manera diferente según las actividades, dependiendo si son más o menos abiertas al mundo, o mercados más o menos flexibles. Ejemplo, el año pasado, los alimentos, ropa, muebles, recreación, restaurantes tuvieron bajas de precios entre 1% y 3%, mientras que alojamiento, salud, educación y comunicaciones registraron alzas entre 0,5% y 2%.

¿Por qué la deflación? Hay dos razones posibles. Una es cuando en economías muy flexibles hay aumentos de productividad (se produce más por hora de trabajo) y las empresas trasladan eso al conjunto de la economía a través de menores precios: la gente mejora su calidad de vida no porque le aumentan sus sueldos, sino porque incrementa su poder adquisitivo al bajar los precios… esa fue, por ejemplo, la manera como el mundo se movió en el extraordinario siglo XIX. Segunda razón: cuando estalla una burbuja económico-financiera como la que se dio en Europa hace diez años por el excesivo endeudamiento, o la que vivimos en el país entre 2007 y 2017 por la combinación de alto precio del petróleo y deuda. Esas burbujas se corrigen, o vía devaluación de la moneda (lo que significa que frente al exterior los precios y salarios bajan), o vía lo que se ha dado por llamar “devaluación interna”, que es la deflación, es decir, baja directa de precios y costos. Cuando no se puede devaluar la moneda (caso de Grecia o España, y caso de Ecuador porque estamos dolarizados, lo cual por otro lado es muy sano para nosotros) se debe recurrir a la deflación (España y Grecia, y ahora aquí).

¿Es buena o mala la deflación? ¿Para los consumidores? Positivo, porque pueden comprar bienes y servicios más baratos. ¿Para las empresas? Negativo, porque sus precios bajan, pero sus costos no en la misma proporción ya que hay cosas que se mantienen al alza, como servicios públicos, salarios, costos financieros y otros, en consecuencia sus márgenes bajan, tienen que “ajustarse”, y eso en gran medida significa disminución de personal. Resultado: incluso los consumidores pierden, porque ganan en poder adquisitivo pero con menos empleos (y hay presión a la baja de los sueldos).

Hay que estar conscientes de que la deflación es necesaria, porque la economía debe ajustarse a su real nivel de ingresos y productividad, y el nivel de precios debe reflejarlo. Cuanto más se demora, peor es.

(O)