Ecuador amanece con un nuevo mapa político. En el ámbito regional, provincial y cantonal es variopinto y a la vez fracturado. Alianzas de partidos y movimientos políticos nacionales con sus contrapartes locales han sido indispensables para la victoria. El reflejo de una obsoleta centralidad que no satisface las necesidades de la periferia y su afán de progreso.

De los 221 municipios donde se eligieron alcaldes, menos de una veintena puede acreditar modelos de gestión exitosos. El resto simplemente sobreviven, con poca capacidad de gestión técnica/económica, y absolutamente dependientes de las asignaciones presupuestarias del Estado.

Para las nuevas autoridades resulta un desafío replantear los términos de este vínculo que se quedó en el siglo pasado, frecuentemente contaminado por los vicios del clientelismo, el servilismo y la corrupción, que fueron patentes durante la década perdida.

Habiendo 80.281 candidatos que disputaron 11.069 dignidades, entre principales y suplentes, solo dos que no lo fueron acapararon el mayor protagonismo de la campaña: Jaime Nebot y Guillermo Lasso, a manera de preludio de la carrera presidencial de 2021. Correrán distinta suerte con el resultado, pero será visto como una primera medición de fuerzas.

Activo en redes sociales se mantuvo el expresidente Rafael Correa, un tanto acoquinado desde su altillo en Bruselas, rumiando su frustración de no haber podido hacer campaña por sus devotos. Pero si regresa al país se va derecho a la cárcel. Solo su ausencia impidió que sea sentenciado como autor intelectual del secuestro del activista Fernando Balda.

El presidente Lenín Moreno se mantuvo discreto y al margen de la contienda. Es previsible que Alianza PAIS haya obtenido alguna prefectura y decenas de alcaldías, en su gran mayoría de segundo orden. Por ratos parece el Sixto de la izquierda, que con su sencillez y benevolencia procura gobernar por encima de las luchas partidistas.

Esta elección a la mitad de su período es una oportunidad para relanzar su administración.

En el plano internacional su adhesión a la nueva alianza regional Prosur, liderada por Chile, afianza su voluntad de cambio y compromiso. Una de las prioridades de la entente será la de continuar presionando por una transición en Venezuela.

En los mentideros capitalinos se especula sobre una “conexión venezolana” activa en la conspiración del correísmo para desestabilizar a un régimen que rompió relaciones con la dictadura de Maduro. La eventual amenaza debe estar siendo investigada.

La arremetida por el caso INA, que pretende involucrar a Moreno en un caso de corrupción, está muy lejos de sustentar un expediente acusatorio que pueda derivar en su renuncia o destitución. Al menos por ahora.

Las redes canalizan las frustraciones de la sociedad tornándolas frecuentemente en una herramienta de escándalo. De ahí que sociólogos anglosajones hayan acuñado shitstorm, un neologismo que podría traducirse como lluvia de excrementos.

Sucedió con la denuncia en contra de la presidenta de la Asamblea, Elizabeth Cabezas, por el audio filtrado por sus excolegas de la Revolución Ciudadana. Más allá de una procacidad, que pueda llamar la atención de ciertos pudorosos, no hay absolutamente nada que pueda comprometerla en una indecencia o corruptela.

Seguramente una maniobra artera a fin de inhabilitar su reelección y de rebote desprestigiar a la Legislatura para justificar la elección de ese mamotreto correísta que es el CPCCS.

Censurable por todo concepto la resolución del CNE que transformó el voto nulo en 3/7 del mismo voto válido. Un lamentable traspié en su prestigio como órgano imparcial y autónomo. (O)