A Guayaquil le faltan muchas cosas sencillas que, de aplicarse, cambiarían la forma en que vemos la ciudad. No estoy seguro de si es que los políticos no lo quieren ver o si es que realmente solo les interesa hacer obras grandes, de esas que involucran bastante cemento y un gran presupuesto donde “es fácil” inflar precios.
La urbe necesita una correcta información y difusión sobre el uso del transporte urbano. Es decir, para muchos nos es sencillo llegar de un punto A hacia un punto B de la ciudad, sabiendo que debemos bajar en determinada estación de la Metrovía para cambiar de bus, y en esta tomar la otra línea hasta la estación tal y poder tomar un colectivo urbano hasta nuestro destino; el tema aquí es la facilidad del uso del transporte público para aquellos que no están acostumbrados, es también una forma de hacer que la ciudad sea más amigable para el turismo.
Hablando del transporte público, el tema de los taxis es algo que urge resolver en la Perla del Pacífico. Sabemos del tráfico, que consume la paciencia de los conductores en nuestra ciudad, y un factor que aumenta este dolor de cabeza es que los taxis paran donde sea, se toman el tiempo de “regatear las carreras”, y es en esa oferta, demanda y contraoferta que más se afecta el tránsito. Opino que el uso de taxímetros evitaría taxistas abusivos con sus tarifas elevadas, y tendríamos menos conductores de vehículos molestos pitando atrás de un taxista que está pactando el precio con el pasajero.
Por otro lado, el tema de los buses escolares es algo que la ciudad necesita controlar con urgencia. No sé si lo han notado, pero el tráfico en las mañanas mejora considerablemente en época de vacaciones escolares. Esto es un tema de cultura, en otros países (dicho sea de paso, con un mayor desarrollo que el nuestro) los niños y adolescentes llegan a las unidades educativas en sus buses escolares y esto evita que por cada niño que estudie haya un vehículo en las calles; en lugar de 40 carros llevando 40 niños, deberíamos tener un bus llevando 40 niños. Las instituciones públicas pueden idear un plan correcto para fomentar esta idea. Por el tráfico escolar que se desata en las mañanas, podemos presumir que muchos son los niños que llegan en vehículos propios, en vehículos particulares, que en buses escolares, en determinados sectores de la ciudad. Y así podría seguir identificando problemas pequeños que, de solucionarlos, nos permitirían vivir una mejor versión de Guayaquil.(O)
Emilio Félix Romero,
22 años, estudiante de Derecho; Guayaquil