El bibliotecario ama los libros, como un marino ama la mar; es auxiliar directo de niños, jóvenes, profesionales, profesores; tiene una misión que cumplir, buscar al lector para dar apoyo y asesoramiento en la búsqueda de conocimientos. De la eficacia de estas tareas depende la conservación del lector ya que no basta conseguirlo, lo importante es lograr mantenerlo para que resulte educado.

La influencia que ejerce la lectura en los primeros años es decisiva; al bibliotecario le corresponde demostrar su eficacia, pensar y actuar en pro del crecimiento del capital intelectual de la sociedad, materializándose en la construcción de vías que permitan el acceso organizado y democrático de la información y la lectura. Los adelantos técnicos y científicos han abierto nuevos horizontes a la humanidad, la imaginación y el trabajo, y el bibliotecario encuentra nuevos universos intelectuales y cultura. El 21 de febrero es el Día del Bibliotecario Ecuatoriano.

La fecha tiene valor histórico dado que es el homenaje al primer bibliotecario del Ecuador, Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Se rinde un justo homenaje a quien impulsa el estudio, la lectura y la investigación para favorecer la cultura y para hacer lectores.

Las bibliotecas son las agencias de civismo al servicio de los altos intereses colectivos y de los supremos ideales humanos.

Cuando el hombre es gestor de un libro extiende su imaginación porque el libro vive eternizando sus ideas. El libro perdura más que sus autores y puede salvarse en una biblioteca cuando llega a manos del bibliotecario. El libro expresa la sensibilidad de los hombres. Sin libros sería una abstracción pretender mejorar las condiciones de vida. Los libros son patrimonios de la cultura.(O)

Matilde Altamirano Silva,

licenciada en Bibliotecología, Quito