Nuestro invitado

Paso caminando con bastante frecuencia por la intersección de la av. 9 de Octubre y el Malecón Simón Bolívar de nuestra querida Guayaquil. Lo hice desde mis épocas colegiales, luego cuando daba mis pinitos laborales a inicios de la década de los noventa y lo he seguido haciendo desde que me gradué de abogado. Como puede inferirse fácilmente en mi caso, a mí nadie me ha contado el cambio sucedido en Guayaquil en todos estos años. Dicho esto, no me había percatado de que en las paredes del edificio La Previsora existen unas placas que dicen: “Regeneración Urbana: Jaime Nebot Alcalde 2002-2003”. Es decir, esta importante avenida guayaquileña junto con el Malecón fueron intervenidos urbanísticamente hace más de quince años por el gobierno municipal.

Ahora bien, ¿de qué se trata esto de la regeneración urbana? ¿Se trató de un invento socialcristiano o fue acaso un instrumento de planificación urbana que se venía dando en Europa y que inteligentemente fue adoptado por los últimos gobiernos locales? La respuesta nos la trae el maestro ya fallecido Eduardo García de Enterría cuando manifestaba en el año 1983 lo siguiente: “El tema central del urbanismo actual no es de colonizar espacios intentando nuevas fórmulas de asentamientos humanos, sino el de reconstruir, recuperar los viejos centros urbanos, rehabilitarlos y reequiparlos”. Y vaya que esta reconstrucción ha sido indetenible en los últimos seis lustros. El Guayaquil que yo caminé hace más de 30 años hoy ya no existe, ha sido transformado y rehabilitado, esencialmente recuperado. Una muestra de aquello es lo realizado en el barrio Las Peñas, en el Malecón Simón Bolívar y en las decenas de barrios, avenidas, calles y aceras que han venido siendo regeneradas por el Municipio de Guayaquil, bajo la premisa de un urbanismo sostenible que nos propone ser menos expansivos y, sobre todo, más atentos a la conservación y recuperación de lo ya construido, en condiciones de seguridad, salubridad y ornato público.

Sin embargo de esta oportuna y necesaria intervención, existen sectores que consideran que la regeneración urbana comporta una suerte de privatización del área pública, y la verdad es que preocupa seriamente que existan personas que no tengan claros los conceptos. Al efecto, es preciso recordarles a quienes no han dimensionado el alcance de esta política pública una de las premisas que gobernaron la “Declaración de Toledo”, acordada en una reunión de ministros de Desarrollo Urbano Europeo en junio del 2010: “La regeneración urbana integrada es un instrumento estratégico que se utiliza para lograr un modelo urbano más inteligente, más sostenible y socialmente más inclusivo en las ciudades consolidadas y los tejidos existentes”, con el objetivo de asegurar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos de todas las comunidades y barrios de una ciudad.

¿Deben entonces los gobiernos municipales continuar con la regeneración urbana de sus ciudades? Sin duda que sí, subrayando en todo caso que se torna necesario buscar una mejor implicación del sector privado y sociedad civil en la toma de decisiones de tipo urbanístico, para la búsqueda de una ciudad compacta que promueva una mayor integración espacial y cohesión social, que minimice el consumo del suelo, que siga fomentando la rehabilitación del patrimonio edificado de la ciudad, promoviendo la seguridad de las personas y protegiendo al medioambiente. (O)

* Catedrático de Ordenamiento Territorial